La temporada festiva y las vacaciones escolares de invierno significan para muchas familias más tiempo pasado en casa, pero también significativamente más estrés. Los niños salen de su ritmo establecido, los padres hacen malabares con el trabajo, los preparativos y las obligaciones familiares, y las pequeñas tensiones cotidianas se convierten fácilmente en conflictos más serios. Los expertos en desarrollo infantil temprano llevan años advirtiendo que en tales momentos no es crucial idear actividades perfectas o establecer reglas aún más estrictas, sino encontrar una manera de «reiniciar» conscientemente el vínculo entre el adulto y el niño. Precisamente aquí encaja el concepto de «banking time» – una estrategia simple, pero respaldada por la investigación, para fortalecer las relaciones.
El «banking time» fue desarrollado en la Universidad de Virginia como parte de un programa más amplio de apoyo a las relaciones entre adultos y niños. La idea fue concebida por un equipo formado por Robert Pianta, Bridget Hamre y Amanda Williford, profesora de primera infancia y psicóloga clínica especializada en el comportamiento de los niños y la calidad de las interacciones en el aula y la familia. El concepto estaba inicialmente dirigido a maestros que trabajan con niños con comportamientos desafiantes, y luego se adaptó también para padres y otros adultos que cuidan a niños.
La metáfora básica es una cuenta bancaria: cada vez que un adulto regala a un niño un tiempo estructurado, pero no intrusivo – sin calificar, enseñar o criticar – se deposita una entrada adicional de confianza en la «cuenta». Ese depósito también se llama «capital relacional» (relationship capital). Cuando ocurre un conflicto, ira o crisis, el adulto y el niño tienen de dónde «sacar dinero»: la experiencia previa de la sensación de seguridad, de ser una persona vista y aceptada. Ese capital entonces alivia las tensiones y facilita la resolución de problemas.
¿Qué es en realidad el «banking time» en la vida familiar?
El «banking time» es una forma estructurada de tiempo compartido uno a uno en la que el niño dirige el juego, y el adulto asume intencionalmente el papel de observador y acompañante, y no de líder. Lo más frecuente es que se recomiende alrededor de 10 minutos, varias veces a la semana, en un entorno tranquilo sin interrupciones ni distracciones. En esos diez minutos, el niño elige la actividad, establece el ritmo y la dinámica, y el padre sigue, describe, refleja y se sintoniza emocionalmente con el niño.
A diferencia de los momentos clásicos en los que el padre pide algo, explica, enseña o corrige, aquí el foco está en la relación, y no en el desempeño. No hay un objetivo que deba lograrse «con éxito», no hay tarea que completar, no hay calificación ni tarea escolar. El adulto en el «banking time» no pregunta: «¿Qué hemos aprendido hoy?», sino que con su comportamiento comunica: «Es importante para mí pasar tiempo contigo exactamente como tú quieres.»
Tal inversión de roles es inusual para muchos padres al principio. Están acostumbrados a organizar el día, establecer reglas y asumir la responsabilidad de que el niño «aprenda algo». Tanto en la escuela como en casa, los adultos son casi siempre quienes definen los criterios de éxito. El «banking time» suspende brevemente esa lógica y da al niño la experiencia de que es la persona principal en el encuadre, mientras el padre conscientemente se pone en «segundo plano» – pero permanece completamente presente.
¿Por qué esta técnica es especialmente valiosa durante las fiestas y vacaciones?
En los días alrededor del Año Nuevo y las vacaciones de invierno, los horarios familiares a menudo son caóticos. Los niños duermen más o menos de lo habitual, debido a las reuniones y viajes se saltan las rutinas habituales, y las pantallas a menudo se usan para «parchear» el tiempo cuando los padres deben terminar el trabajo o los preparativos. Al mismo tiempo, los adultos sienten la presión de que todo sea «perfecto»: desde los regalos y la comida hasta las reuniones familiares. No es de extrañar que este período, en lugar de idílico, a menudo esté cargado de discusiones, negociaciones y agotamiento.
El «banking time» introduce un pequeño, pero estable elemento de previsibilidad y cercanía en medio de ese caos. Cuando el niño sabe que varias veces a la semana tendrá diez minutos de tiempo totalmente dedicado con el padre, es menos propenso a buscar atención a través de un comportamiento perturbador o desafiante. Para el padre, por otro lado, esos diez minutos se convierten en un momento de desaceleración y alejamiento de la lista de obligaciones, lo que a menudo resulta en una reducción de su propia tensión. En última instancia, los conflictos no desaparecen, pero ocurren menos «explosiones», y las que ocurren son más cortas y se calman más fácilmente.
Es importante destacar que esta estrategia no está reservada solo para niños pequeños. Aunque proviene del trabajo con preescolares y primeros grados de la escuela primaria, está adaptada también para adolescentes: en lugar de jugar en el suelo, puede ser cocinar juntos, un paseo, un viaje corto en coche o escuchar música en la habitación. La clave sigue siendo la misma – la persona joven elige la actividad y el ritmo, y el adulto sigue sin juzgar.
Reglas fundamentales: qué es el «banking time» y qué no es
Para que el «banking time» tenga efecto, es necesario atenerse consistentemente a varias reglas básicas. No son complicadas, pero pueden ser desafiantes precisamente porque piden al adulto que renuncie al papel de quien controla todo.
1. El niño elige la actividad
Al comienzo de la sesión, el padre invita al niño: «Tenemos nuestro tiempo especial. ¿Qué quieres hacer?» Es importante que la oferta sea sincera y amplia. El niño puede elegir entre jugar con bloques, dibujar, juego de roles, inventar historias, organizar figuras, jugar con muñecas o coches de juguete, bailar juntos, e incluso leer tranquilamente, si lo desea. El adulto no empuja al niño hacia actividades «más útiles» ni reduce la elección excepto en caso de razones de seguridad (por ejemplo, no hay juegos que incluyan objetos peligrosos).
2. Nada de enseñar, corregir ni asignar tareas
En el «banking time», el padre no explica cómo se debe hacer algo «correctamente», no corrige errores gramaticales, no sugiere una mejor solución y no convierte el juego en un ejercicio escolar. Si el niño dibuja personajes sin proporciones, eso permanece perfectamente bien. Si apila bloques de modo que la torre se derrumba, el padre no asume el papel de ingeniero que conoce la «manera correcta». Este es un tiempo en el que es más importante cómo se siente el niño que cómo se ve la ejecución.
3. La persona adulta está completamente presente
Durante los diez minutos acordados no se revisan mensajes, no se responde al correo electrónico, no se mira la televisión de fondo. El teléfono móvil está preferiblemente fuera de la habitación o silenciado y volteado con la pantalla hacia abajo. La idea es que el niño tenga una impresión clara: «En estos diez minutos tú eres mi principal preocupación.» Tal mensaje es una fuente fuerte de seguridad para los niños, especialmente en familias donde la vida cotidiana es acelerada y llena de obligaciones.
4. Las reglas existen solo por seguridad
Si el niño elige una actividad que incluye algo potencialmente riesgoso, el padre sigue estableciendo límites – pero los explica tranquila y simplemente, sin sermones. Por ejemplo: «No podemos tirar bloques hacia la ventana porque se puede romper. Tirémoslos sobre la alfombra.» Las reglas no se introducen para «mejorar el juego», sino para proteger la salud y la seguridad de todos los participantes.
Cuatro pasos clave: observa, narra, nombra, conecta
Los materiales profesionales que describen el «banking time» destacan varios comportamientos concretos que ayudan a la persona adulta a sacar el máximo de esos diez minutos. Es útil observarlos como cuatro pasos o cuatro «modos de hablar» en el espacio de juego.
1. Observa sin prisa
La primera tarea de la persona adulta es desacelerar y permitirse unos momentos de silencio. En lugar de comenzar inmediatamente a hacer preguntas o sugerir ideas, el padre simplemente mira cómo el niño comienza la actividad. La manera en que el niño agarra los bloques, cómo organiza los colores, qué personajes toma en las manos primero o qué oraciones pronuncia en el juego de roles a menudo revela mucho sobre su estado de ánimo, intereses y preocupaciones. Al mismo tiempo, el silencio no es un problema; puede ser también una pausa refrescante del ruido constante y las demandas.
2. Narra como un comentarista deportivo
Cuando el niño ya está inmerso en la actividad, el padre puede comenzar a describir brevemente lo que ve, similar a un comentarista deportivo. Por ejemplo: «Veo que estás construyendo una torre muy alta.», «Ahora tomaste el bloque azul.» o «Tu muñeca justo viaja a otra ciudad.» Tal narración no es una prueba, no hace la pregunta «por qué», sino que envía al niño una señal: «Te sigo, presto atención a lo que haces.» Al niño eso le da la sensación de que su juego es digno de atención.
3. Nombrar sentimientos
El siguiente paso es el intento de nombrar lo que el niño experimenta emocionalmente. Si el niño frustrado derriba la torre, el padre puede decir: «Pareces realmente decepcionado de que la torre se haya derrumbado.» Si el niño ríe y salta, se puede notar: «Veo que esto es muy divertido para ti.» Es esencial expresar suposiciones suave y abiertamente, sin «psicologizar» o dramatizar. El objetivo no es probar que el adulto tiene razón, sino ofrecer al niño un lenguaje para lo que siente.
4. Conectar a través de un mensaje relacional
En ciertos momentos, el padre puede resumir con una oración corta lo que ve como la necesidad clave del niño en la relación. Pueden ser mensajes como: «Estoy aquí contigo.», «Puedes contar conmigo incluso cuando es difícil para ti.» o «Me gusta cómo resuelves las cosas.» Tales oraciones, pronunciadas sin moralizar, construyen una imagen del adulto como un aliado, y no como un juez. Los niños las llevan consigo más tarde, consciente o inconscientemente, cuando se encuentran en situaciones estresantes.
¿Qué dicen las investigaciones sobre los efectos del «banking time»?
El «banking time» no es solo una idea simpática, sino un enfoque que ha sido examinado en una serie de estudios científicos, ante todo en el contexto de jardines de infancia y la edad escolar temprana. Las investigaciones muestran que los maestros que regularmente llevan a cabo tales encuentros cortos y estructurados con niños más propensos a comportamientos desafiantes con el tiempo informan de una relación más cálida, una menor sensación de conflicto y una mejor cooperación en la clase. Los niños, por otro lado, muestran un nivel menor de problemas de comportamiento externos, como desafío, agresión o interrupción frecuente de las clases.
Los análisis han demostrado que precisamente la calidad de la relación es el mecanismo clave del cambio. Cuando un niño experimenta a una persona adulta como confiable, cálida y predecible, acepta más fácilmente los límites y aprende a regular sus propias emociones. El «banking time» se convierte así en una especie de «intervención temprana»: no se espera a que los problemas escalen, sino que se invierte en la relación por adelantado, cuando todo está todavía relativamente tranquilo. Tal enfoque es igualmente útil en el entorno familiar, especialmente cuando se trata de niños que ya han experimentado muchos conflictos con adultos.
Es también un dato importante que muchos programas que incluyen el «banking time» fueron desarrollados para la aplicación práctica – sin materiales complejos ni recursos costosos. Los maestros y padres pueden aprender los pasos básicos a través de capacitaciones cortas o guías escritas, y luego adaptarlos a su propio estilo. Esto hace que esta estrategia sea accesible a un amplio círculo de familias, independientemente de la educación o las posibilidades financieras.
Cómo se ve el «banking time» en la práctica – un ejemplo de la vida cotidiana
Imaginemos a un niño de siete años que ya lleva algún tiempo discutiendo con los padres sobre hacer la tarea. Cada día termina igual: el padre recuerda, el niño posterga, las voces se elevan, a veces caen lágrimas. Después de varios episodios así, todos los participantes tienen la sensación de que su vínculo se reduce al control y la resistencia.
El padre decide introducir el «banking time» tres veces a la semana, por diez minutos. En lugar de comenzar inmediatamente con la tarea, acuerda con el niño que tendrán «tiempo especial para jugar». El primer día el niño elige apilar bloques. El padre se sienta en el suelo, deja el teléfono móvil y solo observa cómo el niño apila torres y un túnel para coches. Ocasionalmente describe lo que ve, no hace preguntas y no da sugerencias. Cuando la torre se derrumba, nota en voz baja que el niño parece frustrado y añade: «Me gusta cómo lo intentas de nuevo.»
Después de varios encuentros así, la atmósfera en la casa no se vuelve mágicamente perfecta, pero el tono cambia. El niño comienza a recordar él mismo al padre «su tiempo», y en las discusiones sobre la tarea acepta más fácilmente un acuerdo. No es que el «banking time» resuelva todos los problemas, pero el capital adicional de confianza y calidez ayuda a todos a entender los conflictos menos personalmente y menos dramáticamente.
Ideas para juguetes y actividades que fomentan el juego libre
Para el «banking time» es lo más importante que el juego o la actividad no tengan pasos estrictamente establecidos y dejen espacio para la imaginación del niño. En lugar de juguetes complejos con muchas instrucciones y un objetivo preestablecido, se recomiendan materiales abiertos que el niño pueda usar de diferentes maneras.
- Bloques y sets de construcción sin instrucciones – bloques clásicos de madera o plástico, Lego y ladrillos similares, pero no en forma de set que «debe» convertirse en un barco o una nave espacial. Cajas mixtas con diferentes formas y colores permiten al niño inventar él mismo lo que construye.
- Masas para modelar y arcilla – plastilina, arcilla u otra masa para modelar que el niño pueda rodar, cortar, unir y formar en personajes, objetos o formas abstractas. El adulto puede unirse creando su propio personaje, pero sin competencia sobre quién es «mejor».
- Materiales artísticos – papel común o reciclado, lápices de colores, rotuladores, tijeras con punta roma, pegamento, acuarelas. En lugar de libros para colorear y «pintar por números», se da preferencia a hojas en blanco en las que el niño decide por sí mismo qué dibujará o pintará.
- Juego de roles – muñecas, figuras, peluches, casitas, vehículos y accesorios similares para historias imaginarias. El niño inventa los personajes y la trama, mientras el adulto puede actuar como otro personaje, pero permite al niño dirigir el guion.
- Juegos de mesa simples y juegos sin accesorios – adivinar personajes imaginarios, inventar historias por turnos una oración a la vez, «teatro de sombras» con una lámpara, juegos de ritmo y aplausos. Es esencial que las reglas sean flexibles y se puedan cambiar según las ideas del niño.
Por otro lado, las actividades que se basan fuertemente en la tecnología, como los videojuegos o ver dibujos animados, no son ideales para el «banking time». Pueden ser parte de la vida familiar de otras maneras, pero en estos diez minutos es deseable que el niño y el padre estén enfocados el uno en el otro, y no en una pantalla.
Cómo adaptar el enfoque a la edad del niño
Aunque el concepto fue desarrollado principalmente para niños de edad preescolar y primeros grados de la escuela primaria, su lógica se puede aplicar en todas las etapas de la infancia y la adolescencia, con algunos ajustes.
Preescolares
Para los más pequeños es útil que el «banking time» sea parte de la rutina, por ejemplo siempre a la misma hora por la tarde o por la noche antes del baño. Los niños de esa edad aman la repetición, por lo que a menudo elegirán el mismo juego una y otra vez – eso no es un problema, muy al contrario. El padre puede unirse cada vez de nuevo a la misma historia, siguiendo pequeños cambios en la manera en que el niño aborda el juego.
Niños en edad escolar
En niños que ya van a la escuela, salen a relucir temas de amistades, éxitos y fracasos, relaciones con los maestros. En el juego pueden aparecer elementos de la escuela, y el padre a través de la narración y el nombramiento de emociones puede ayudar al niño a procesar indirectamente las preocupaciones escolares. Al mismo tiempo, es importante que el «banking time» permanezca separado de las tareas escolares – este no es tiempo para estudiar ni para verificar conocimientos, sino un espacio en el que el niño tiene derecho a cometer un error sin consecuencias.
Adolescentes
En los adolescentes, diez minutos de tiempo compartido pueden no parecerse a un «juego», sino más bien a una convivencia o un proyecto conjunto. Eso puede ser escuchar música favorita, comentar películas, cocinar una comida, un paseo corto por el barrio o un viaje en autobús sin prisa. El principio sigue siendo el mismo: la persona joven elige el tema y la actividad, y el adulto no usa el tiempo para dar lecciones o resolver temas polémicos. Si aparecen temas delicados espontáneamente, es posible reconocerlos («veo que esto te molesta»), pero sin intento de «resolver todo» en esos diez minutos.
Obstáculos frecuentes y cómo superarlos
Muchos padres, cuando escuchan por primera vez sobre el «banking time», piensan: «No tengo ni diez minutos.» Pero la experiencia práctica muestra que el problema está más raramente en la falta real de tiempo, y más a menudo en la sensación de sobrecarga y la creencia de que el «verdadero tiempo de calidad» debe planificarse durante horas. Aquí la conclusión es opuesta: precisamente porque se trata de un período corto, claramente delimitado, es más fácil incorporarlo al día, incluso en los períodos de mayor ajetreo.
Otro obstáculo frecuente es la incomodidad de la persona adulta cuando debe dejar de «enseñar» y simplemente seguir al niño. Algunos padres tienen la sensación de que no hacen lo suficiente si no dan un consejo o instrucción. Es importante recordarse que el «banking time» es un espacio específico en el que el objetivo es la construcción de relaciones, y no la transferencia de conocimientos. En otras partes del día sigue habiendo lugar para el aprendizaje, los límites y las explicaciones.
La tercera dificultad es la resistencia del niño, especialmente si el vínculo ya está marcado por frecuentes críticas y discusiones. En tales situaciones, no es inusual que el niño inicialmente rechace la invitación al tiempo compartido o lo convierta en una provocación. La recomendación de los expertos es que la persona adulta permanezca paciente, consistente y que el «banking time» comience con actividades muy simples, menos intensas – por ejemplo dibujar o apilar bloques con música de fondo – sin presión para lograr una «conversación profunda».
El «banking time» como inversión en el futuro de la relación
Aunque surgió en un contexto científico y educativo, el «banking time» se traduce fácilmente al lenguaje de la vida cotidiana. Para él no se necesitan juguetes especiales, grandes espacios ni preparativos complejos. Se necesita ante todo la intención de crear un pequeño espacio regular en el que el niño dirige, y la persona adulta sigue – y proteger ese espacio como precioso, tal como se protege una cuenta de ahorros en la que se depositan fondos lenta, pero seguramente.
A medida que la familia se acerca al año nuevo, muchos adultos piensan en resoluciones: menos pantallas, más movimiento, alimentación más saludable. El «banking time» ofrece un tipo diferente de promesa – inversión en la calidad de las relaciones, que son el fundamento para todo lo demás. Algunos encuentros intencionales y cortos a la semana no pueden eliminar todas las dificultades, pero pueden crear la sensación de que en el centro de la vida familiar no se encuentran las tareas, sino las personas – adultos y niños – que aprenden a verse, escucharse y aceptarse unos a otros.
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Hora de creación: 18 horas antes