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Firma biológica temprana de la esclerosis múltiple: MOG, NfL e IL-3 revelan un inicio silencioso de la enfermedad años antes de los síntomas

Una nueva investigación muestra que la esclerosis múltiple comienza años antes de los primeros signos clínicos. Las elevaciones en MOG y NfL y un aumento temprano en IL-3 crean una firma medible de desmielinización y lesión axonal, allanando el camino para un diagnóstico más temprano, un monitoreo más preciso y una terapia oportuna para reducir el daño futuro

Firma biológica temprana de la esclerosis múltiple: MOG, NfL e IL-3 revelan un inicio silencioso de la enfermedad años antes de los síntomas

Una investigación publicada el 20 de octubre de 2025 en una importante revista médica ha llamado la atención sobre el hecho de que la esclerosis múltiple (EM) se desarrolla en el cerebro durante años antes de que aparezcan los primeros síntomas claros. Se trata de una secuencia de eventos mapeada con precisión que comienza con un daño sutil pero medible en la vaina de mielina, y luego progresa hacia las propias fibras nerviosas. Este hallazgo, respaldado por una gran cantidad de muestras de sangre recogidas durante un período prolongado, está cambiando la forma en que pensamos sobre el reconocimiento temprano y la posible prevención de la enfermedad.


Por qué el “inicio silencioso” de la esclerosis múltiple es crucial para el diagnóstico y el tratamiento


Durante décadas, los médicos han sabido que la EM no es una enfermedad repentina. Cuando un paciente busca ayuda por primera vez debido a hormigueo, visión doble, problemas de equilibrio o debilidad repentina, a menudo hay años de actividad inmunológica no reconocida detrás de él. La nueva investigación ha reconstruido sistemáticamente este período temprano: primero, se registran rastros de daño en la mielina, luego, con un desfase temporal, signos de daño axonal. Este “reloj biológico” de la EM –primero la mielina, luego la fibra nerviosa– crea la posibilidad de abordar la enfermedad de forma preventiva, en lugar de solo reactiva después de los primeros ataques.


Desde un punto de vista clínico, reconocer estas fases ocultas tiene implicaciones inmediatas. La intervención temprana con terapias modificadoras de la enfermedad (disease-modifying therapies) ya está vinculada a mejores resultados a largo plazo. Si las terapias pudieran iniciarse cuando solo hay señales bioquímicas presentes, podríamos potencialmente retrasar, mitigar o incluso prevenir los primeros episodios clínicos.


Lo que revelaron las proteínas en la sangre: “huellas” del daño y la orquestación de la reacción inmunológica


Una herramienta clave en el nuevo trabajo fue el análisis proteómico: la medición de miles de proteínas en la sangre a lo largo del tiempo. Utilizando muestras recogidas como parte de un gran repositorio militar, los investigadores rastrearon los cambios en más de 5,000 marcadores proteicos. La señal más temprana que destacó fue un aumento en el nivel de la proteína MOG (glicoproteína de la mielina de los oligodendrocitos), que se considera un indicador de daño en la mielina. Esta “señal de mielina” apareció, en promedio, siete años antes del diagnóstico formal. La siguiente fase, aproximadamente un año después del pico de MOG, registra la cadena ligera de neurofilamentos (NfL), una proteína que aumenta en la sangre cuando hay daño en los axones, los propios “cables” del sistema nervioso.


Tal desfase temporal entre los dos tipos de daño –primero el aislamiento (mielina), luego el conductor (axón)– confirma que la enfermedad se desarrolla gradualmente y que existe un período en el que el sistema nervioso central está bajo ataque, pero sin síntomas evidentes. Al mismo tiempo, también aparecen en la sangre niveles elevados de citoquinas específicas que coordinan la respuesta inmunológica. Entre ellas, destacó especialmente la IL-3, una señal proinflamatoria conocida por reclutar células inmunitarias en el cerebro y la médula espinal, donde luego atacan la mielina y las células nerviosas.


La fase prodrómica de la EM: cómo es la vida antes de los primeros síntomas


El concepto de pródromo –un período en el que la enfermedad ya deja rastros biológicos, pero sin síntomas reconocibles– es cada vez más importante también en la EM. Los análisis retrospectivos sugieren que las personas que luego desarrollan EM informan con más frecuencia de molestias inespecíficas durante años antes del diagnóstico: fatiga frecuente, episodios de mareo leve, alteraciones visuales o de concentración transitorias, e incluso dolores inexplicables. Estos signos por sí solos no son suficientes para un diagnóstico, pero en combinación con biomarcadores sanguíneos, podrían formar una “firma temprana” de la enfermedad que merece la atención de los neurólogos.


Precisamente por eso, en la literatura se habla cada vez más del cribado de poblaciones susceptibles, por ejemplo, aquellas con antecedentes familiares de EM, personas que han pasado ciertas infecciones virales vinculadas a un riesgo posterior, o adultos jóvenes con un evento neurológico aislado (síndrome clínicamente aislado). En dichos grupos, el seguimiento de los niveles de MOG, NfL y citoquinas seleccionadas puede ofrecer una ventana temprana a los procesos que se desarrollan en segundo plano.


Lo que nos dicen MOG y NfL: la diferencia entre desmielinización y lesión axonal


La MOG es un componente integral de la vaina de mielina creada por los oligodendrocitos. Cuando el sistema inmunológico ataca la mielina, fragmentos de mielina y proteínas asociadas pueden llegar al torrente sanguíneo, donde pueden cuantificarse mediante métodos modernos. Por lo tanto, un aumento de MOG se interpreta como una señal de desmielinización. En contraste, el NfL es un componente estructural del axón de la neurona; un nivel elevado en el suero refleja un daño axonal. En la EM, estos dos procesos a menudo ocurren juntos, pero la nueva investigación muestra que la desmielinización puede ser el primer evento, y el daño axonal sigue con un desfase temporal.


Esta secuencia no solo es importante desde el punto de vista académico. En la toma de decisiones clínicas, podría ayudar a elegir el momento adecuado para intensificar la terapia, a monitorizar la eficacia de los medicamentos y a planificar las exploraciones cerebrales de seguimiento. Si los datos de laboratorio revelan un aumento de MOG con niveles estables de NfL y sin nuevas lesiones en la resonancia magnética, el médico puede concluir que hay un proceso en marcha que aún no ha llevado a un daño axonal generalizado, y ganar así una ventana de oportunidad crucial para la intervención.


IL-3 y la firma inmunológica temprana: quién “invita” a las células al cerebro


Entre las numerosas citoquinas que los autores siguieron, la interleucina-3 (IL-3) se destacó como una de las más notables. La IL-3 actúa como una señal para convocar a diversas células inmunitarias, incluidos monocitos y mastocitos, y puede amplificar la respuesta inflamatoria en el tejido. En el contexto de la EM, un aumento temprano de IL-3 sugiere que el sistema se está activando y dirigiendo de manera “organizada” hacia el sistema nervioso central. En pocas palabras, la IL-3 es el megáfono que llama a las fuerzas al lugar del futuro daño.


Es importante destacar que no se trata de un único marcador aislado, sino de un conjunto de unas 50 proteínas cuyos patrones están asociados conjuntamente con el desarrollo posterior de la enfermedad. Los autores seleccionaron los 21 biomarcadores más informativos y solicitaron una patente para el desarrollo de un análisis de sangre que combinaría estas señales en un algoritmo de diagnóstico. Dicho análisis podría permitir el reconocimiento estandarizado y escalable del riesgo en la población general o en grupos específicos.


Qué significa esto para la RM y los criterios diagnósticos actuales


El diagnóstico de la EM se basa hoy en una combinación del cuadro clínico, la resonancia magnética (RM) y el análisis del líquido cefalorraquídeo, aplicando criterios aceptados internacionalmente que se revisaron por última vez en 2024. Estos criterios han acelerado significativamente la confirmación del diagnóstico después de los primeros síntomas y han facilitado el uso temprano de la terapia. Sin embargo, los criterios están diseñados para el momento en que los síntomas ya existen. La introducción de marcadores sanguíneos fiables podría complementar este enfoque, cerrando la brecha entre el inicio biológico y clínico de la enfermedad.


En la práctica, esto podría significar que una persona con MOG y NfL elevados, junto con ciertas firmas de citoquinas, entraría en un protocolo de seguimiento por RM más frecuente (p. ej., cada seis meses) y monitorización bioquímica, para detectar los primeros cambios que cumplan los criterios para el tratamiento. Esto reduce el riesgo de un “año perdido” entre el inicio biológico y clínico de la enfermedad.


El gran rompecabezas epidemiológico: virus, entorno, genética


En la última década, se ha confirmado con especial fuerza la conexión entre la infección por el virus de Epstein-Barr (VEB) y el riesgo de desarrollar EM. Los análisis longitudinales en millones de muestras de adultos jóvenes han demostrado que el riesgo de EM después de la seroconversión al VEB es mucho mayor. Estos hallazgos adquieren una nueva dimensión a la luz de las señales proteómicas: es posible que el virus desencadene una respuesta inmunológica anormal que permanece latente durante años, y que solo ahora estamos aprendiendo a reconocer en la sangre.


Junto con el VEB, también desempeñan un papel importante los factores genéticos (principalmente variantes dentro del sistema HLA), la vitamina D, el tabaquismo, la obesidad en la adolescencia y las diferencias geográficas en la exposición al sol. Los nuevos biomarcadores podrían combinar estos factores en una puntuación de riesgo unificada que evalúe qué sangre “daría la alarma” años antes de los síntomas.


Cómo es el posible análisis de sangre del mañana


En el laboratorio, analizar varios miles de proteínas requiere plataformas avanzadas; en la práctica, sin embargo, un análisis clínico debe ser robusto, estandarizado y accesible. La selección de las 21 proteínas más útiles es un paso hacia dicho análisis. Imaginemos un panel que mida automáticamente MOG, NfL y citoquinas seleccionadas (incluida la IL-3), y un modelo informático que genere una puntuación única en un rango de riesgo bajo a alto. Este resultado, junto con la edad, el sexo, los antecedentes familiares y cualquier hallazgo de RM, orientaría las decisiones sobre la frecuencia del seguimiento y el momento de iniciar la terapia.


Es importante tener en cuenta que el NfL no es específico exclusivamente de la EM: se pueden observar niveles elevados en diversas lesiones neurológicas (traumatismos, otras enfermedades inflamatorias y neurodegenerativas). Por lo tanto, se interpreta en contexto, junto con el cuadro clínico y otros hallazgos. Los paneles combinados, como sugiere la nueva investigación, mitigan este problema porque se basan en patrones, y no en valores individuales.


La EM temprana en la práctica: a quién y cómo monitorizar


A nivel del sistema de salud, las señales biológicas tempranas pueden aprovecharse mejor en la vigilancia dirigida. Por ejemplo, las personas que tuvieron mononucleosis al final de la infancia o en la adolescencia, junto con la presencia de una cierta susceptibilidad genética, podrían ser candidatas para pruebas periódicas de biomarcadores. Lo mismo se aplica a los individuos con síndrome clínicamente aislado (SCA), donde una firma sanguínea de inflamación y daño puede ayudar a predecir quién progresará a EM y cuándo.


Para los propios pacientes, comprender que el “silencio” no significa la ausencia de actividad de la enfermedad puede cambiar su relación con la autovigilancia y la regularidad de los controles. La educación sobre los signos tempranos y sutiles –como cambios sensoriales transitorios, fatiga inexplicable o alteraciones visuales– adquiere un nuevo valor si se combina con mediciones objetivas de laboratorio.


Novedades en terapia y cómo ayudan los biomarcadores en la selección


La gama de medicamentos modificadores de la enfermedad hoy en día es amplia y abarca diferentes mecanismos de acción: desde medicamentos que reducen la migración de linfocitos al sistema nervioso central, pasando por depletores selectivos de células B, hasta preparados orales con efecto inmunomodulador. Los biomarcadores como el NfL ya han encontrado un lugar como monitores de la actividad de la enfermedad y la respuesta terapéutica: si después de introducir la terapia el valor de NfL cae y permanece bajo, es una buena señal de que la actividad inflamatoria está bajo control.


La introducción de MOG y firmas de citoquinas específicas en la rutina podría refinar aún más las decisiones; por ejemplo, escalar la terapia más rápidamente cuando se observa un aumento de la “señal de mielina”, sin esperar a un episodio de recaída clínica o actividad en la RM. Tal enfoque, centrado en la prevención del daño en lugar del tratamiento de las consecuencias, podría reducir la discapacidad a largo plazo y mejorar la calidad de vida.


Niños, adolescentes y mujeres: grupos especiales que necesitan atención temprana


Aunque la EM ocurre más comúnmente en adultos jóvenes, la EM pediátrica y la EM en adolescentes presentan desafíos adicionales. En estos grupos de edad, incluso un retraso a corto plazo en el diagnóstico puede tener un mayor impacto en el desarrollo. Los biomarcadores que se pueden monitorizar en la sangre, al ser mínimamente invasivos y repetibles, son especialmente valiosos para los jóvenes. Del mismo modo, las mujeres –que se ven afectadas con más frecuencia que los hombres– tienen fases vitales específicas (embarazo, período posparto) en las que la titulación precisa de la terapia y la monitorización de biomarcadores son de suma importancia.


RM y sangre “mano a mano”: cómo coordinar la imagen y el laboratorio


En la práctica clínica, no hay sustituto para una imagen de RM de calidad del cerebro y la médula espinal. Pero los marcadores sanguíneos pueden llenar los vacíos entre las exploraciones. Un plan de seguimiento estándar podría incluir una RM basal, un control a los 6–12 meses y exploraciones adicionales según la necesidad clínica, mientras que el NfL, la MOG y las citoquinas se examinan en intervalos más cortos (p. ej., cada 3 meses). Un aumento de los biomarcadores sería una señal para una RM más temprana o un ajuste de la terapia.


Estandarización y valores de referencia: obstáculo y oportunidad


Para que los biomarcadores se conviertan en una moneda clínica real, necesitamos rangos de referencia por edad, una comprensión del impacto de las comorbilidades y umbrales claramente definidos que predigan eventos clínicos. En este contexto, ya existen directrices para el uso de NfL, pero los paneles multiparamétricos requerirán validación adicional en cohortes internacionales y una armonización interlaboratorio de los métodos.


Monitorización digital y medicina personalizada


Tiene sentido combinar las señales biológicas con el fenotipado digital: datos de dispositivos inteligentes (marcha, motricidad fina, equilibrio), pruebas cognitivas en el teléfono inteligente y plataformas seguras para el seguimiento de síntomas. Los algoritmos de aprendizaje automático pueden utilizar tales datos multidimensionales, junto con las proteínas en la sangre, para pronósticos y recomendaciones personalizados.


Lo que puede hacer el lector: informarse y hacer las preguntas correctas


Si hay EM en su familia o si ha tenido mononucleosis en el pasado, vale la pena hablar con su médico sobre una monitorización racional de biomarcadores. Esto no significa hacerse pruebas a ciegas, sino de manera reflexiva y con un propósito claro. En la práctica, los pasos pueden incluir una evaluación neurológica exhaustiva, una RM según indicación, y una evaluación periódica de MOG y NfL en un laboratorio que haya validado los métodos para estas mediciones.


Recursos de información


Para conceptos básicos, revise nuestra guía temática sobre esclerosis múltiple y nuestra sección sobre biomarcadores. Allí encontrará descripciones de medicamentos, explicaciones de los hallazgos de la RM y respuestas a las preguntas que los pacientes hacen con más frecuencia a sus neurólogos.


Nota sobre la fecha


Este texto ha sido preparado teniendo en cuenta la fecha de hoy, 21 de octubre de 2025, y los últimos datos disponibles hasta ese día. Dado que los conocimientos científicos sobre la EM evolucionan rápidamente, recomendamos seguir regularmente las actualizaciones en nuestros artículos y consultar con su médico.

Hora de creación: 11 horas antes

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