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Los tendones artificiales de hidrogel del MIT dan a los robots biohíbridos un agarre 3x más rápido, fuerza 30x mayor y relación de potencia 11x mejor

Un equipo del MIT ha desarrollado tendones artificiales hechos de hidrogeles tenaces que conectan músculos cultivados en laboratorio con un esqueleto robótico. La nueva unidad músculo-tendón permite a las pinzas cerrarse aproximadamente tres veces más rápido y ejercer una fuerza treinta veces mayor, funcionando de manera estable durante más de 7.000 ciclos, con una relación potencia/masa 11x mejor.

Los tendones artificiales de hidrogel del MIT dan a los robots biohíbridos un agarre 3x más rápido, fuerza 30x mayor y relación de potencia 11x mejor
Photo by: Domagoj Skledar - illustration/ arhiva (vlastita)

Los músculos son actuadores naturales que han perfeccionado durante millones de años la conversión de energía química en trabajo mecánico. En este legado, hoy crece todo un campo de la robótica biohíbrida: robots impulsados por tejido vivo cultivado en laboratorio, combinado con esqueletos artificiales y mecanismos precisos. Tales sistemas ya han demostrado que pueden arrastrarse, caminar, nadar o agarrar objetos, pero en la práctica se encuentran con dos limitaciones obstinadas. Primero, las amplitudes de movimiento y las fuerzas generadas son a menudo modestas en comparación con las necesidades de las tareas reales. Segundo, la interfaz entre el tejido muscular muy blando y las partes del esqueleto mucho más rígidas es propensa a daños mecánicos y delaminación, lo que limita la durabilidad y la posibilidad de trabajo repetible. Precisamente este "desajuste mecánico" fue la inspiración para que un equipo del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) introdujera en el lenguaje politécnico una estrategia probada de la biología: la inserción de tendones artificiales entre músculos y esqueletos para transmitir la fuerza de manera más eficiente y hacer que el conjunto sea más rápido, más fuerte y más duradero.


Un equipo dirigido por la profesora asistente en el Departamento de Ingeniería Mecánica, Ritu Raman, desarrolló tendones artificiales hechos de hidrogeles tenaces y adhesivos y los conectó con un trozo de tejido muscular cultivado en laboratorio en una unidad músculo-tendón única. Los extremos de los tendones artificiales están fijados a los dedos de una pequeña pinza robótica, mientras que el músculo central sirve como propulsor. Cuando se estimula el músculo para que se contraiga, los tendones "tiran" de los dedos hacia adentro y convierten el acortamiento microscópico del músculo en un agarre macroscópico y funcional. Quien trabaja con actuadores conoce el compromiso entre la carrera y la fuerza; aquí ese compromiso se desplaza sorprendentemente a favor: en comparación con la misma pinza en la que el músculo está directamente unido al esqueleto, sin tendones, el cierre es aproximadamente tres veces más rápido y la fuerza lograda unas treinta veces mayor. Además, el sistema mostró una relación potencia/masa aproximadamente once veces mejor en comparación con prototipos anteriores impulsados por músculo sin tendones y funcionó de manera estable durante más de 7.000 ciclos sin degradación de la función, una cifra que ya entra en el territorio del uso práctico.


Por qué el tendón cambia el juego


En la biomecánica natural, los tendones no son solo "cuerdas" que atan el músculo y el hueso. Son elementos elásticos cuidadosamente ajustados que se sitúan entre lo blando y lo duro en términos de rigidez, reducen los picos de tensión en la interfaz, aumentan la carrera, almacenan y devuelven energía elástica y permiten una conversión más precisa y menos derrochadora de la contracción en trabajo. Por el contrario, en la mayoría de los robots biohíbridos anteriores, el músculo se estiraba como una "goma" entre dos puntos del esqueleto. Tal unión directa consume tejido muscular para la mera sujeción y a menudo conduce a desgarros o desprendimientos, especialmente cuando se intenta extraer una fuerza mayor. Los tendones artificiales introducen lo que la biología ya ha resuelto: una interfaz elástica en serie controlada que mitiga la diferencia mecánica y permite que el músculo trabaje donde es más eficiente.


En esta solución del MIT, los tendones tienen forma de tiras finas similares a "cables" de hidrogel de alta tenacidad y fuerte adhesión. Su papel es doble. Primero, como elementos elásticos conectados en serie con el músculo, aumentan la carrera útil de los dedos de la pinza para el mismo cambio de longitud del músculo. Segundo, como enlace adhesivo hacia el esqueleto de la pinza, distribuyen las tensiones sobre una superficie mayor, evitando así puntos críticos de concentración de fuerza que de otro modo desgarrarían el tejido o despegarían la unión. En el trabajo real, esto significa menos músculo "desperdiciado" y una mayor posibilidad de movimiento preciso y repetible.


De la teoría de resortes a una pinza que realmente funciona


Antes de la síntesis de materiales y el ensamblaje, los investigadores idealizaron el conjunto como tres resortes conectados en serie: el músculo en el medio, tendones a ambos lados y elementos rígidos de la pinza que pueden representarse en el modelo como resortes de muy alta rigidez. La rigidez conocida del músculo y la construcción sirvió para calcular analítica y numéricamente la rigidez óptima del tendón para el trabajo deseado: lo suficientemente rígido para transmitir fuerza, pero lo suficientemente flexible para permitir la carrera. Basándose en estos cálculos, se seleccionó la formulación del hidrogel y los parámetros de procesamiento, y luego los tendones se cortaron con precisión en tiras estrechas que se guían fácilmente sobre "poleas" en miniatura en los dedos de la pinza. En el centro, utilizando técnicas de tejido estándar, se colocó un trozo de músculo esquelético cultivado; las interfaces se diseñaron de modo que los tendones "se asienten" química y mecánicamente tanto en el tejido vivo como en el esqueleto sintético.


Cuando el músculo es estimulado (eléctrica, química u optogenéticamente, dependiendo del diseño), los tendones transmiten su acortamiento a los dedos de la pinza. La clave está en ajustar la pretensión de los tendones: una pequeña tensión inicial elimina la holgura y linealiza la respuesta inicial del sistema. En esta configuración, el equipo midió velocidades de cierre aproximadamente 3× mayores y fuerzas aproximadamente 30× mayores en comparación con la variante sin tendones, y la pinza mantuvo tales propiedades a través de >7.000 ciclos sin rotura de uniones ni pérdida de carrera. Paralelamente, se cuantificó la mejora de la relación potencia/masa (~11×), lo que significa que se necesita menos tejido muscular para el mismo efecto, algo crucial para los robots en miniatura.


Modularidad: un conector universal para diferentes "esqueletos"


Más allá de los números, la arquitectura también es importante. Los tendones artificiales funcionan como módulos: conectores intercambiables entre actuadores musculares y diferentes esqueletos robóticos. Una vez que se diseña un conjunto de parámetros (longitud, rigidez, pretensión, método de sujeción), el mismo módulo puede integrarse en diferentes geometrías: desde micropinzas para intervenciones mínimamente invasivas, pasando por agarres ágiles para manipular muestras frágiles, hasta máquinas autónomas que se adaptan a terrenos impredecibles. Para los equipos de desarrollo, esto significa iteraciones más rápidas y una mejor escalabilidad: no se diseña cada vez un nuevo "músculo con forma de dispositivo", sino que se utiliza una unidad músculo-tendón estandarizada que se conecta a varios esqueletos como un "ladrillo de Lego".


Hidrogel que puede pegar, estirarse y sobrevivir a ciclos


Para que un tendón sea un elemento de ingeniería creíble, debe ser simultáneamente estirable, fuerte, tenaz (es decir, resistente a la propagación de grietas) y adhesivo. Esta es una combinación de propiedades que en los hidrogeles clásicos ha sido durante mucho tiempo contradictoria. En los últimos años se han descubierto formulaciones de hidrogeles tough (tenaces) y compuestos que concilian esto: redes poliméricas con mecanismos de disipación de energía, con reticulación ajustable y grupos funcionales adhesivos. En este trabajo, precisamente tal hidrogel sirvió como "cable" que se adhiere igualmente bien al lado biológico y al ingenieril de la interfaz. El resultado es un tendón que soporta miles de ciclos, distribuye uniformemente las tensiones y permite que una mayor parte del músculo haga el trabajo para el cual está evolutivamente optimizado – generar fuerza y carrera – en lugar de "actuar" como pegamento.


Ajuste fino: rigidez y pretensión


Si el tendón es demasiado rígido, la carrera del sistema se acorta y se convierte en un contacto "duro" que vuelve a sobrecargar la interfaz con el tejido. Si es demasiado blando, se pierde fuerza y energía, y la pinza se vuelve lenta y "esponjosa". Por eso el modelado fue crucial: eligiendo una rigidez que equilibre estos dos extremos y ajustando la pretensión, se establece un punto de operación que maximiza el trabajo útil por ciclo. Con la misma filosofía, el equipo demostró que la transferencia de fuerza del músculo al esqueleto puede aumentarse aproximadamente 29× cuando, además del tendón, se optimiza la rigidez del propio esqueleto. Esto confirma una verdad intuitiva, pero a menudo descuidada en biomecánica: el actuador, los elementos elásticos y la estructura deben diseñarse juntos para que el sistema en su conjunto sea eficiente.


Contexto más amplio: dos corrientes paralelas de progreso


Estos resultados se basan en dos corrientes importantes de progreso en la comunidad. La primera es el diseño de esqueletos flexibles, "tipo resorte" que aumentan la eficiencia de los actuadores musculares maximizando el trabajo por contracción mediante la geometría y la distribución de la rigidez. La segunda es el desarrollo de músculos artificiales multidireccionales: tejidos que pueden contraerse en múltiples direcciones (por ejemplo, geometrías de iris), lo que abre el camino a movimientos más complejos y "blandos". Los tendones artificiales son un conector lógico entre estas corrientes: el músculo puede producir patrones sofisticados de contracción, el esqueleto puede "responder" elásticamente a ellos, y los tendones permiten que esa danza sea mecánicamente sostenible y energéticamente útil.


Dónde podríamos verlos


Microsistemas médicos. En la cirugía mínimamente invasiva se requiere un agarre suave y controlado, resistencia a la fatiga y una miniaturización excepcional. Las unidades músculo-tendón prometen pinzas y manipuladores que trabajan sincrónicamente con la fisiología del tejido, y son además potencialmente biocompatibles.


Industria y laboratorios. Para manipular muestras frágiles, células, organoides o mercancías blandas, es adecuada una combinación de fuerza fina y carrera sutil. Los tendones permiten "enchufar" el mismo módulo muscular en diferentes herramientas sin rediseñar el tejido.


Exploradores autónomos. En entornos inaccesibles o riesgosos se necesitan propulsores que sean autoadaptables y duraderos. El tejido muscular puede "entrenarse", y los daños en la interfaz son menores cuando existe un amortiguador elástico, exactamente lo que ofrece el tendón artificial.


Durabilidad y fiabilidad


A través de pruebas de fatiga, tales conjuntos mantuvieron el rendimiento durante más de 7.000 ciclos. Este es un límite importante: la transición de la demostración de laboratorio a un dispositivo que puede incluirse en procesos reales comienza solo cuando la fiabilidad mecánica deja de ser un cuello de botella. Los tendones de hidrogel tienen aquí una doble contribución: retienen la adhesión durante el ciclado y alivian al músculo de tensiones máximas extremas en la unión. Esto reduce el riesgo de daño tisular y prolonga la vida útil de todo el conjunto.


Ciencia de materiales al servicio de la biomecánica


Una mirada más amplia a la literatura de los últimos años confirma que el tendón de hidrogel no es un invento aislado, sino parte de una tendencia. Se han desarrollado compuestos con microestructuras anisotrópicas (por ejemplo, con nanofibras de aramida) que igualan, e incluso superan, a los tendones naturales en módulo, resistencia y tenacidad. Tales materiales muestran que es posible combinar alto contenido de agua (compatibilidad biológica), robustez mecánica (resistencia a la rotura y fatiga) y adhesión funcional (conexión a tejidos vivos y superficies técnicas). La contribución del MIT es que no trata tal tendón como un "reemplazo en medicina", sino como un elemento mecánico activo en robótica que puede diseñarse matemáticamente y producirse en serie.


Del laboratorio a la práctica: desafíos que quedan


Para que las unidades músculo-tendón encuentren su camino hacia la aplicación, quedan por resolver varias tareas prácticas. La estandarización de protocolos de cultivo de tejido muscular y conexión con tendones es clave para la reproducibilidad entre laboratorios. Se necesitan envoltorios protectores, "similares a la piel" que protejan el tejido de la desecación y la contaminación, permitiendo al mismo tiempo el paso de gases y nutrientes. La electrónica de control debe aprender el "lenguaje" de los actuadores biológicos: controlar la estimulación en bucle cerrado, compensar los cambios de propiedades a lo largo del tiempo y evitar la fatiga. Para la industria, el precio por módulo también será importante: precisamente por eso el enfoque modular – una unidad músculo-tendón para múltiples esqueletos – es racional y económicamente atractivo.


Lo que sigue


La próxima generación de máquinas biohíbridas probablemente combinará músculos multidireccionales (que pueden contraerse en múltiples direcciones), esqueletos elásticos (que "amplifican" el trabajo mediante la geometría) y tendones adaptativos (que transfieren el rendimiento al régimen deseado mediante el ajuste fino de la rigidez y la pretensión). Con la ayuda de la fabricación aditiva (impresión 3D de moldes y "sellos" para el crecimiento guiado de fibras), tales sistemas podrán fabricarse e iterarse rápidamente. La "inteligencia" del control provendrá adicionalmente del aprendizaje a partir de datos: los algoritmos optimizarán los patrones de estimulación muscular para lograr la máxima eficiencia con la mínima fatiga.


Por qué es importante justo ahora


Es el año 2025 y la robótica blanda (soft robotics) sale cada vez más de las demostraciones de laboratorio. En ese momento, las soluciones que combinan fuerza, fiabilidad y modularidad se vuelven clave. Los tendones artificiales basados en hidrogeles tenaces muestran cómo una lección biomecánica fundamental puede traducirse en una ventaja de ingeniería práctica: en lugar de forzar a los actuadores blandos a "actuar" como duros, se construye una interfaz que está mecánicamente armonizada con ambos lados. El resultado son conjuntos que agarran más rápido, más fuerte y por más tiempo de ciclo en ciclo, y con menos músculo.


Un detalle importante: una parte significativa de estos hallazgos se publicó primero como preprint abierto para que la comunidad pudiera verificar rápidamente los resultados y ampliar los métodos, y paralelamente se publicaron estudios que confirman que también el propio músculo puede moldearse para movimientos multidireccionales, y que los esqueletos pueden diseñarse como "amplificadores de trabajo" elásticos. El denominador común sigue siendo el mismo: en lugar de miniaturizar motores eléctricos hasta los límites de la física, aprendemos de la biología cómo conectar inteligentemente el actuador, el elemento elástico y la estructura. Precisamente por eso, junto con los músculos, los tendones estarán cada vez más en el centro del diseño de robots biohíbridos.

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