La Agencia Espacial Europea (ESA) está dando grandes pasos hacia el futuro de los vuelos espaciales reutilizables, y el líder de esta revolución es el proyecto Space Rider. Se trata de una nave espacial autónoma y no tripulada diseñada para proporcionar a Europa un acceso rutinario, asequible y regular a la órbita terrestre baja. Este innovador laboratorio espacial, que será lanzado a la órbita por el cohete Vega-C, representa un hito tecnológico con el potencial de transformar la investigación científica y las actividades comerciales en el espacio.
Concebido como una especie de tren de carga orbital, Space Rider llevará a cabo misiones que pueden durar hasta tres meses, tras lo cual regresará de forma autónoma a la Tierra. Su naturaleza modular y su capacidad de carga de hasta 800 kilogramos abren la puerta a una amplia gama de aplicaciones, desde la investigación farmacéutica en microgravedad y el desarrollo de nuevos materiales, hasta la prueba de tecnologías en condiciones espaciales reales y la fabricación en órbita. Después de completar la misión, la nave realizará un aterrizaje de precisión sobre patines con la ayuda de un gran paracaídas dirigible, el llamado parapente, lista para un rápido servicio y una nueva misión.
Pruebas clave en Cerdeña como preludio a la fase operativa
Para garantizar la fiabilidad y seguridad de este complejo sistema, el equipo encargado del desarrollo de Space Rider llevó a cabo una intensa campaña de pruebas de dos semanas durante junio de 2025. Esta serie de pruebas, que siguió a una campaña anterior en 2024, tuvo lugar en el campo de tiro militar de Salto di Quirra (Poligono Interforze del Salto di Quirra - PISQ) en Cerdeña, Italia. La campaña tenía dos objetivos fundamentales: calificar el complejo sistema de paracaídas que frena la nave en su reentrada y, lo que es más importante, probar el avanzado software de guiado autónomo que permite a Space Rider aterrizar de forma independiente en una ubicación predefinida.
Para las pruebas, se lanzaron modelos de la nave Space Rider desde un helicóptero de transporte CH-47 Chinook del ejército italiano desde altitudes que variaban entre uno y dos kilómetros y medio. Este complejo de polígonos, destinado a ejercicios y experimentos militares, proporcionó las condiciones ideales para simular las fases clave del regreso desde la órbita.
Una compleja cadena de paracaídas para un aterrizaje seguro
El regreso de cualquier nave espacial desde la órbita representa un enorme desafío técnico. Cuando Space Rider comience su reentrada a través de la atmósfera terrestre, se moverá a una velocidad más de seis veces superior a la del sonido. La fricción con las moléculas de aire a estas velocidades creará temperaturas extremas que pueden superar los 1600°C en la superficie de la nave. Para sobrevivir a esta inmersión ígnea y descender de forma segura, Space Rider está equipado con un sofisticado sistema de paracaídas de varias etapas.
El proceso de desaceleración comienza con el despliegue del primer paracaídas redondo más pequeño (drogue chute) justo después de que la velocidad caiga por debajo de la velocidad del sonido. Su única tarea es frenar inicial y drásticamente el módulo. Después de eso, a una altitud de aproximadamente cinco kilómetros, se activa un paracaídas más pequeño, el llamado paracaídas "piloto", cuya función es extraer y posicionar correctamente el elemento principal y más grande: el enorme parapente. Es precisamente este parapente, similar a los que utilizan los parapentistas, el que permite el vuelo controlado y el guiado preciso de la nave hacia el lugar de aterrizaje previsto.
Durante la campaña en Cerdeña, se realizaron con éxito tres pruebas de lanzamiento que confirmaron la corrección de toda la cadena de paracaídas. Las pruebas demostraron que los paracaídas reducen la velocidad según los parámetros previstos y verificaron toda la secuencia de extracción e inflado, desde el primer paracaídas de frenado hasta la apertura total del parapente.
Aterrizaje autónomo: Precisión revolucionaria sin precedentes
Paralelamente a las pruebas de los paracaídas, se llevaron a cabo tres pruebas clave de guiado autónomo en "bucle cerrado" (closed-loop). Para este propósito, se utilizó un modelo de prueba especial: una plataforma metálica equipada con toda la electrónica, sensores y actuadores necesarios. Este modelo contenía la aviónica de control, dos cabrestantes para tirar de las líneas de control del parapente, un contenedor para los paracaídas empaquetados y un lastre de hormigón para igualar la masa real del módulo de reentrada de Space Rider.
Después de ser liberado del helicóptero, este modelo de prueba gestionó su descenso de forma completamente autónoma hasta el momento del contacto con el suelo. Se basó exclusivamente en sus propios sensores y software de control, sin ninguna intervención o control desde tierra. Los resultados fueron extraordinarios. Aunque la palabra italiana "salto" significa "salto", la campaña demostró que Space Rider podrá aterrizar de forma extremadamente suave y con una precisión de solo 150 metros del punto objetivo. Lograr un objetivo tan ambicioso representa un gran éxito para la industria espacial europea y es el primer logro de este tipo en el mundo para el aterrizaje de precisión de una nave de este tamaño bajo un parapente.
Durante un vuelo de prueba desde una altitud de 2,5 kilómetros, el modelo voló durante aproximadamente 12 minutos, manteniendo una velocidad de descenso vertical de unos 4 metros por segundo, mientras que la velocidad en el aterrizaje se redujo a solo 2 metros por segundo, todo ello controlado exclusivamente por el sistema autónomo.
Sinergia entre la industria, la ciencia y la defensa
El éxito de estas pruebas habría sido imposible sin una sólida colaboración entre la industria europea y el sector de la defensa italiano. Toda la campaña de pruebas fue liderada por Thales Alenia Space Italia, el contratista principal del proyecto Space Rider y responsable del desarrollo del módulo de reentrada. También proporcionaron un fuerte apoyo socios industriales como Sener, CIMSA, Teseo y Meteomatics, cada uno con su papel específico en el desarrollo de componentes clave. La Fuerza Aérea y el Ejército de Tierra italianos también desempeñaron un papel indispensable, proporcionando un apoyo logístico esencial en el terreno y garantizando las operaciones de vuelo y el acceso al propio polígono de Salto di Quirra.
Últimos pasos antes del primer vuelo orbital
Aunque las recientes pruebas son un gran paso adelante, quedan varias fases de verificación antes de que Space Rider esté completamente listo para su primera misión. El siguiente paso es una campaña de pruebas de lanzamiento de todo el sistema, que incluirá una maqueta a escala real del módulo de reentrada. Esta maqueta tendrá la misma masa, forma aerodinámica y tren de aterrizaje que la nave real, demostrando así todo el proceso de aterrizaje y toma de contacto con el suelo.
La campaña de pruebas final se centrará en la estabilidad en el aterrizaje, investigando los peores escenarios posibles. Para ello, un modelo con un tren de aterrizaje integrado se acelerará en una estructura similar a una montaña rusa y se soltará en una pista para garantizar que, incluso en aterrizajes más bruscos, la sensible carga útil científica no se vea expuesta a impactos excesivos. Esta fase final también se llevará a cabo con el apoyo del Ministerio de Defensa italiano, utilizando una nueva infraestructura de aterrizaje que se está construyendo en el polígono de Salto di Quirra. Este lugar se está desarrollando para apoyar no solo las pruebas de Space Rider, sino también futuras misiones suborbitales. Diseñado para un rápido retorno al servicio, Space Rider se someterá a un proceso de mantenimiento de seis meses después de cada misión, tras lo cual estará listo para volver al espacio y llevar a cabo nuevos y revolucionarios experimentos.
Fuente: Agencia Espacial Europea
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Hora de creación: 10 julio, 2025