La misión HydroGNSS de la ESA, lanzada por un Falcon 9 en el marco del vuelo Transporter-15, trae una nueva generación de pequeños satélites para el seguimiento global de la humedad del suelo, inundaciones, permafrost y biomasa, mientras que el IRIDE italiano y el ICEYE griego fortalecen la infraestructura espacial europea para la gestión de riesgos climáticos.
La Agencia Espacial Europea y Noruega planean el ESA Arctic Space Centre en Tromsø para mejorar la vigilancia satelital del clima, optimizar los pronósticos meteorológicos, la navegación y las comunicaciones, y fortalecer la seguridad, la cooperación científica, la innovación y el desarrollo sostenible en la sensible región ártica.
En el corazón de Mauritania se esconde la Estructura de Richat, un colosal « Ojo del Sahara » de unos 50 kilómetros de diámetro. Este fenómeno geológico natural, formado por el levantamiento de magma y millones de años de erosión, es hoy capturado por los satélites Sentinel-2 en asombrosos colores naturales y falsos. La estructura revela capas rocosas de más de 100 millones de años.
En el Consejo Ministerial de la ESA CM25 en Bremen, los Estados miembros aprobaron más de 4.400 millones de euros para reforzar el transporte espacial europeo, modernizar los cohetes Ariane 6 y Vega-C, desarrollar Space Rider y construir un nuevo hub espacial en la isla de Santa María en las Azores, fortaleciendo así la autonomía de Europa en el espacio y fomentando la entrada de nuevos proveedores comerciales de servicios de lanzamiento.
La Estación Espacial Internacional ha estado alojando tripulaciones ininterrumpidamente durante 25 años, y el Laboratorio Nacional de la ISS convierte la microgravedad en un motor de ciencia, innovación e inversión privada – desde biomedicina y nuevos materiales hasta startups espaciales, educación de millones de alumnos y el desarrollo de futuras estaciones comerciales en la órbita terrestre baja.
La nueva misión Copernicus Sentinel-5A entrega los primeros mapas detallados de ozono, dióxido de nitrógeno, formaldehído y dióxido de azufre, revelando patrones globales de contaminación del aire y el estado de la capa de ozono y sentando las bases para una vigilancia más precisa del clima y la salud pública en las próximas décadas.