Mientras el otoño se desliza lentamente en los calendarios y los días se acortan, en el corazón de Baviera, en la espaciosa Theresienwiese, se desarrolla un espectáculo que desafía la melancolía. El aroma de almendras tostadas, lúpulo y malta se esparce por el aire, los sonidos de las bandas de música y el alegre murmullo resuenan por kilómetros, y millones de personas de todo el mundo se funden en un único río de celebración. Se trata, por supuesto, del Oktoberfest, la fiesta popular más grande del mundo que está en pleno apogeo y que transforma Múnich en la capital mundial de la cerveza, la tradición y la diversión inolvidable. Este año, el 190º consecutivo, el festival abrió sus puertas el 20 de septiembre y durará hasta el 5 de octubre, ofreciendo a los visitantes una visión única de la rica cultura bávara.
Lo que hoy conocemos como una masiva reunión global en realidad surgió de una historia de amor real. El festival tiene sus raíces en el lejano año 1810, pero no como un festival de cerveza, sino como una magnífica celebración de la boda del príncipe heredero de Baviera, Luis, futuro rey Luis I, y la princesa Teresa de Sajonia-Hildburghausen. La celebración de la boda, que comenzó el 12 de octubre, fue tan fastuosa que todos los ciudadanos de Múnich fueron invitados. El punto culminante de los cinco días de festividad fue una gran carrera de caballos celebrada en un prado frente a las puertas de la ciudad. En honor a la princesa, ese prado fue nombrado "Theresienwiese" o "Prado de Teresa", nombre que aún hoy lleva, y que los lugareños llaman cariñosamente simplemente "Wiesn".
De una boda real a un fenómeno global
El entusiasmo de los ciudadanos fue tan grande que se tomó la decisión de repetir las carreras de caballos, y con ellas toda la celebración, cada año en la misma fecha. Así nació la tradición del Oktoberfest. Al año siguiente, se añadió a la celebración una exposición agrícola, con el objetivo de promover la economía bávara. Aunque las carreras de caballos, que antes eran el evento central, ya no se celebran hoy en día, la feria agrícola sigue siendo una parte integral del festival, celebrándose cada tres años en la parte sur de Theresienwiese. Las primeras pequeñas paradas de cerveza aparecieron muy pronto, pero no fue hasta 1896 cuando fueron reemplazadas por las primeras grandes carpas de cerveza, precursoras de las monumentales salas de hoy que se han convertido en un símbolo del festival y el epicentro de la diversión. A lo largo de sus más de dos siglos de existencia, el festival solo se ha cancelado unas veinte veces, principalmente debido a guerras, epidemias de cólera y, recientemente, una pandemia global, lo que demuestra su increíble resistencia e importancia para la población local.
"O'zapft is!": La señal para el inicio de la celebración
Cada Oktoberfest comienza con un ritual precisamente establecido que se espera con impaciencia. El primer sábado del festival, exactamente a las 10:45, comienza el desfile solemne de los propietarios de las carpas de cerveza y las cervecerías ("Wiesn-Einzug der Festwirte und Brauereien"). Carrozas de caballos vistosamente decoradas, acompañadas por bandas de música y personal con trajes tradicionales, se dirigen desde el centro de la ciudad hacia Theresienwiese, anunciando el inminente comienzo de la fiesta. El clímax de la ceremonia de apertura tiene lugar exactamente al mediodía en la carpa más antigua, Schottenhamel. En ese momento, el alcalde de Múnich tiene el honor de abrir el primer barril de cerveza con un fuerte grito de "O'zapft is!", que en el dialecto bávaro significa "¡Está abierto!". Con doce disparos de cañón frente a la estatua de Baviera, se da la señal a todas las demás carpas de que el servicio de cerveza puede comenzar. Solo después de este acto oficial, millones de litros del néctar dorado comienzan a fluir, y la celebración de dieciséis días puede comenzar oficialmente.
El néctar dorado de Baviera: Más que una simple cerveza
La cerveza en el Oktoberfest no es una cerveza cualquiera. Se trata de un tipo especial, la llamada Oktoberfestbier o Märzen, que tradicionalmente se elaboraba en marzo (März) porque las temperaturas de verano eran demasiado altas para la fermentación. Esta cerveza es más fuerte que las lagers habituales, con un contenido de alcohol que oscila entre el 5.8% y el 6.3%, es de color dorado y tiene un sabor más rico. Según reglas estrictas, en el Oktoberfest solo se puede servir cerveza producida dentro de las murallas de la ciudad de Múnich y que cumpla con los criterios de la Ley de Pureza de la Cerveza de Baviera (Reinheitsgebot) de 1516. Esa ley estipula que la cerveza solo puede producirse a partir de tres ingredientes: agua, cebada y lúpulo. Solo seis cervecerías de Múnich tienen el honor de servir su cerveza en la fiesta más grande del mundo: Augustiner, Hacker-Pschorr, Hofbräu, Löwenbräu, Paulaner y Spaten. La cerveza se sirve exclusivamente en jarras de vidrio de un litro llamadas "Maß", y las camareras, conocidas por su fuerza y habilidad, a menudo llevan diez o más jarras pesadas a la vez.
Rapsodia gastronómica: Sabores que definen el Oktoberfest
Aunque la cerveza es el centro de atención, la experiencia en Múnich no estaría completa sin la rica oferta gastronómica que acompaña perfectamente a la bebida dorada. El Oktoberfest es un verdadero paraíso para los gourmets, y los aromas que se desprenden de las cocinas y las parrillas atraen irresistiblemente a los visitantes. El clásico absoluto y el plato más vendido es el "Hendl", un delicioso pollo asado con piel crujiente. Justo a su lado está el "Schweinshaxe", codillo de cerdo asado, y varios tipos de salchichas, desde la famosa salchicha blanca "Weisswurst" que tradicionalmente se come con mostaza dulce y un pretzel, hasta las "Bratwurst" a la parrilla. También son imprescindibles los pretzels gigantes ("Brezn") espolvoreados con sal gruesa, que sirven como una base perfecta para la cerveza. Para aquellos que buscan algo diferente, está el "Steckerlfisch" (pescado, generalmente caballa, asado en un palo), "Käsespätzle" (pasta con queso y cebolla frita) o incluso buey asado. La oferta dulce está liderada por los "Lebkuchenherzen", corazones de pan de jengibre decorados con varios mensajes, almendras tostadas y algodón de azúcar.
La vida bajo las carpas: El corazón y el alma del festival
La verdadera magia del Oktoberfest ocurre dentro de las catorce grandes y veinte carpas de cerveza más pequeñas. Cada una tiene una atmósfera, decoración y público únicos. Algunas, como la Hofbräu-Festzelt, son conocidas por su público internacional y su animada fiesta, mientras que otras, como la Augustiner-Festhalle, cultivan un ambiente más tradicional y familiar. En las carpas más grandes caben hasta diez mil personas, y encontrar un sitio libre, especialmente los fines de semana, es un verdadero arte. El interior de las carpas está lleno de largas mesas y bancos de madera, y desde el escenario en el centro resuena constantemente el sonido de las bandas de música tradicionales bávaras. Tocan una mezcla de música tradicional y éxitos populares alemanes e internacionales, y el punto culminante de la actuación es la canción "Ein Prosit der Gemütlichkeit" ("Un brindis por la cordialidad"), que se interpreta cada quince minutos aproximadamente y anima a todos los presentes a levantar sus jarras y brindar juntos. Esa energía colectiva y el sentimiento de comunidad son lo que hace que la estancia bajo las carpas sea una experiencia inolvidable.
Dirndl y Lederhosen: Más que disfraces
Un paseo por Theresienwiese es también una especie de desfile de moda. La gran mayoría de los visitantes, tanto locales como extranjeros, visten el traje tradicional bávaro. Para los hombres, son los "Lederhosen", pantalones de cuero (cortos o hasta la rodilla) con tirantes, combinados con una camisa de cuadros o blanca y calcetines de lana. Las mujeres llevan el "Dirndl", un vestido colorido que consta de una blusa (generalmente blanca con mangas abullonadas), un corpiño, una falda ancha y un delantal. El Dirndl no es solo una prenda de vestir, sino también un medio de comunicación. Según la tradición, la posición del lazo en el delantal revela el estado sentimental de una mujer: un lazo atado en el lado izquierdo indica que está soltera, en el derecho que está comprometida (casada o en una relación), en el centro delantero que es virgen, y en la espalda que es viuda o camarera. Llevar el traje tradicional no es obligatorio, pero sin duda contribuye a la experiencia auténtica y al sentimiento de pertenencia a la gran familia bávara.
Oktoberfest en cifras: Impacto global y gigante económico
El Oktoberfest es mucho más que un festival; es un motor económico que cada año genera más de mil millones de euros en ingresos para la ciudad de Múnich y sus alrededores. Cada año, el festival es visitado por más de seis millones de personas que beben alrededor de siete millones de litros de cerveza y comen cientos de miles de pollos, salchichas y bueyes. Unos 13.000 empleados se encargan del buen funcionamiento de este enorme mecanismo. El consumo de energía también es fascinante: el festival consume en 16 días tanta electricidad como una familia de cuatro miembros en 52 años. Su popularidad ha traspasado hace mucho las fronteras de Alemania, por lo que hoy en día existen cientos de réplicas del Oktoberfest en todo el mundo, desde Brasil y Canadá hasta Japón y Australia, pero la experiencia original sigue siendo única. Es un lugar donde se borran las diferencias culturales y donde personas de diferentes partes del mundo, codo con codo con los bávaros, cantan, bailan y brindan por la vida, confirmando que el Oktoberfest es realmente un fenómeno global que celebra la tradición, la comunidad y, por supuesto, una excelente cerveza.
Hora de creación: 3 horas antes