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Estrack: 50 años de la red europea que conecta la Tierra y el espacio y trae una nueva antena de 35 metros a Nueva Norcia

En 2025, la Agencia Espacial Europea celebra los 50 años de la red Estrack, un sistema global de estaciones terrestres que conecta las aeronaves con ESOC en Darmstadt. La red gestiona misiones desde la órbita de la Tierra hasta el espacio profundo y se está expandiendo con una nueva antena de 35 metros en la estación New Norcia de Australia

Estrack: 50 años de la red europea que conecta la Tierra y el espacio y trae una nueva antena de 35 metros a Nueva Norcia

Un puente entre la Tierra y el espacio: 50 años de la red Estrack que ha proporcionado a Europa un enlace constante con las misiones espaciales


Hace medio siglo, se fundó una red de estaciones terrestres que, en silencio y sin gran pompa, ha realizado el trabajo más importante de cada misión espacial europea: un enlace bidireccional fiable entre las naves espaciales y el centro de control. El año 2025 marca el 50 aniversario de Estrack, el sistema de la Agencia Espacial Europea (ESA) que se ha convertido en una infraestructura estratégica para el continente. Desde sus primeros y modestos enlaces con misiones cercanas a la Tierra hasta la actual descarga de ingentes cantidades de datos científicos desde los confines del sistema solar, Estrack se ha labrado una reputación como «el puente entre la Tierra y el espacio».


Cómo empezó todo: de Darmstadt a una red global


En 1975, la red se puso en marcha para que el Centro Europeo de Operaciones Espaciales (ESOC) en Darmstadt, Alemania, tuviera un enlace constante, fiable y seguro con satélites y sondas lejanas. En los primeros años, los principales desafíos fueron el alcance geográfico y la estandarización de los procedimientos de comunicación. A medida que crecían las ambiciones de la ESA, también lo hacía la red: desde pequeñas antenas para misiones en órbita baja y geoestacionaria hasta las actuales antenas de espacio profundo de 35 metros de diámetro. Con el tiempo, se introdujo una planificación estricta del uso de las antenas, una asignación flexible de las bandas de frecuencia y cadenas de equipos redundantes para minimizar las interrupciones y garantizar la seguridad de las comunicaciones y los telecomandos.


Dónde están las estaciones y qué cubren


El «corazón» de Estrack hoy en día lo constituye un núcleo de varias ubicaciones clave distribuidas por todo el mundo, de modo que al menos una estación siempre vea el cielo que necesitamos en ese momento. Entre las más reconocibles se encuentran:



  • New Norcia (Australia) – una ubicación conocida por su antena de espacio profundo de 35 m y su prolongado papel en el seguimiento de sondas lejanas. En 2024 y 2025, se está ampliando su capacidad con nueva infraestructura para satisfacer las crecientes necesidades de las misiones a Marte, Venus y Júpiter.

  • Cebreros (España) – una antena de espacio profundo que en 2025 cumplió 20 años de funcionamiento y desempeñó un papel crucial en misiones como Rosetta y BepiColombo.

  • Malargüe (Argentina) – un pilar de espacio profundo de la presencia europea en el hemisferio sur, clave para la recepción continua de datos científicos cuando Europa está «de noche».

  • Kiruna (Suecia) – en el extremo norte, adecuada para órbitas polares y misiones que sobrevuelan el Ártico, especialmente para la observación de la Tierra y el tiempo espacial.

  • Redu (Bélgica) – importante para la supervisión de satélites, pruebas y servicios de seguridad, incluida la gestión de plataformas y servicios para usuarios.

  • Kourou (Guayana Francesa) – un pilar de apoyo para las fases iniciales de las misiones y para los lanzamientos europeos desde el cercano puerto espacial en Sudamérica.

  • Santa María (Azores, Portugal) – un «puente» atlántico que cubre los vacíos temporales entre Europa, África y América, con un papel clave en la telemetría y el seguimiento durante las fases críticas de las misiones.


Estas ubicaciones, junto con antenas auxiliares de apoyo y capacidades móviles, forman una red que «vigila» sin interrupción todas las fases del ciclo de vida de las naves espaciales: desde las comprobaciones en tierra, pasando por el lanzamiento y la órbita temprana, hasta las operaciones rutinarias, las correcciones de trayectoria y las largas campañas científicas.


Por qué es crucial el enlace: telemetría, telecomandos y el espacio profundo


La comunicación con una nave espacial no es solo «descargar datos». Es un diálogo fino y cauteloso. Por parte de la nave espacial se encuentran los paquetes de telemetría: datos sobre el estado de los sistemas, las condiciones térmicas y de voltaje, la orientación y la velocidad de rotación, y el estado de los subsistemas. Por parte de la Tierra se encuentran los telecomandos: instrucciones precisas para girar antenas, encender instrumentos, corregir trayectorias o cambiar modos de operación. Estrack dirige estos flujos a través de diferentes bandas de frecuencia (S, X y Ka), utilizando esquemas avanzados de modulación y codificación que aumentan la resistencia de la señal al ruido y reducen las pérdidas en la transmisión a distancias interestelares a escala del sistema solar.


Para las misiones lejanas a la Tierra, es crucial el apoyo de espacio profundo (DSA – Deep Space Antennas). Las antenas de 35 m de diámetro con amplificadores criogénicos de bajo ruido pueden captar señales increíblemente débiles desde distancias de cientos de millones de kilómetros. Además, los sistemas multifrecuencia también permiten una radiometría precisa: mediciones del desplazamiento Doppler y del rango, que se utilizan para la navegación, la determinación de la masa de los cuerpos celestes o el estudio de las propiedades del medio de plasma interplanetario.


De los cometas a los puntos de Lagrange: misiones que Estrack mantuvo «en línea»


A lo largo de las décadas, la red ha apoyado algunas de las empresas europeas más audaces. La misión Giotto trajo los primeros planos del cometa Halley. Mars Express entró en órbita alrededor del planeta rojo en 2003 y hasta hoy devuelve datos clave sobre la atmósfera y la geología. Rosetta se convirtió en 2014 en la primera misión en entrar en órbita y posar un módulo de aterrizaje en el núcleo del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko. Solar Orbiter nos ha acercado al Sol más que ninguna otra nave europea anterior, mientras que JUICE se dirige a toda velocidad hacia Júpiter para investigar sus lunas heladas. BepiColombo es una empresa conjunta de la ESA y JAXA que, tras un «eslalon gravitatorio» de varios años, llegará a la órbita de Mercurio. Todas estas misiones requirieron un apoyo de radio preciso y paciente, desde cortas ventanas para el envío de comandos (uplink) hasta largas sesiones nocturnas de descarga de datos (downlink) cuando los instrumentos envían su «cosecha» de paquetes científicos.


Un lugar especial lo ocupan las misiones a los puntos de Lagrange del sistema Sol-Tierra (L1 y L2). Estas «terrazas gravitacionales» a unos 1,5 millones de kilómetros del planeta ofrecen entornos estables para la física solar y la astrofísica. Estrack mantiene rutinariamente la comunicación con sondas que observan el Sol, el tiempo espacial o estudian fenómenos cosmológicos desde un espacio «más frío», lejos del ruido térmico de la Tierra.


Música a través del espacio y aniversarios para recordar


La celebración de los 50 años de la red en 2025 se conmemoró no solo con talleres y exposiciones, sino también con una actuación cultural y tecnológica única: la emisión de «El Danubio azul» de Johann Strauss hijo hacia el espacio profundo. El simbolismo es potente: una fusión de ciencia, técnica y patrimonio cultural europeo, y además en un año en que la antena de espacio profundo de Cebreros celebraba 20 años de funcionamiento y la propia ESA su 50 aniversario. Eventos como este nos recuerdan que los sistemas tecnológicos como Estrack no son una infraestructura fría, sino un brazo extendido de una cultura que desea explorar y comprender el universo.


Una nueva ola de capacidad: una antena más grande y una transmisión de datos más rápida


El futuro de las misiones exige conexiones más rápidas, un mayor rango dinámico y resistencia a las interferencias. Los instrumentos científicos son cada vez más sensibles y las naves espaciales generan mayores volúmenes de datos: espectros de alta resolución, mosaicos de superficies de gigapíxeles, flujos continuos de telemetría durante sobrevuelos cercanos. Para seguir el ritmo, la red se está expandiendo y modernizando. En Australia Occidental está en marcha una ampliación en el emplazamiento de New Norcia: una nueva antena de espacio profundo de 35 metros aliviará aún más los recursos existentes y creará una redundancia crucial para los períodos de campañas intensivas (por ejemplo, el seguimiento simultáneo de varias naves durante un sobrevuelo o maniobras críticas). Además, las actualizaciones a la banda Ka y los esquemas de codificación avanzados (como la codificación turbo y LDPC) permiten velocidades de descarga (downlink) útiles considerablemente mayores con la misma potencia del transmisor en la nave espacial.


La ampliación de la capacidad también tiene efectos más amplios: abre espacio para escenarios más ambiciosos de «operaciones extendidas», por ejemplo, reorientar las antenas con interrupciones mínimas, cambiar más rápidamente las polarizaciones, programar los contactos de forma más flexible debido a misiones paralelas a la Luna, Marte y los planetas interiores. Dicha infraestructura es la base para una serie de proyectos futuros: desde el retorno de muestras de Marte hasta el perfilado radio-científico preciso de las atmósferas de planetas y cometas.


Cómo «respira» Estrack en tiempo real


El ritmo operativo de la red se puede ver en los «tracks» diarios: ventanas de contacto en las que las antenas establecen y mantienen el enlace. En un día típico, una sola antena de espacio profundo puede dar soporte a varias misiones, con solapamientos en los que se cambian los canales de frecuencia y las polarizaciones. Durante eventos clave (inserción en órbita, correcciones de trayectoria, descensos de módulos de aterrizaje), la disponibilidad de la red se planifica con meses de antelación, y a menudo se coordina en paralelo con agencias asociadas para asegurar la máxima cobertura del cielo y redundancia en caso de situaciones extraordinarias.


Para los usuarios y el público, es especialmente interesante que el estado de las antenas y las sesiones actuales se pueda seguir a través de visualizadores especializados del funcionamiento de la red en tiempo real. A través de estas herramientas se puede ver qué antena está «enganchada» a qué nave, cuál es el módulo de descarga, cuántos datos están pasando y en qué estado se encuentra el enlace. Esto no es solo una «exhibición», sino también una ventana educativa a la complejidad de las operaciones espaciales.


Estándares, interoperabilidad y seguridad


Estrack no opera de forma aislada. Se basa en estándares internacionales (por ejemplo, CCSDS), lo que permite el llamado cross-support: apoyo técnico mutuo con redes asociadas como la Deep Space Network estadounidense o las estaciones japonesas. Esta interoperabilidad significa que, cuando es necesario, las naves europeas pueden ser «captadas» por una antena en otro continente, y las antenas europeas pueden acudir en ayuda de misiones de otras agencias. La seguridad y la robustez del enlace se manifiestan en múltiples cadenas de redundancia, separación geográfica, «failovers» planificados y ejercicios de recuperación de fallos. Al mismo tiempo, se presta atención a la ciberseguridad, el control de acceso, el filtrado de interferencias y los procedimientos en caso de amenazas de interferencia por radiofrecuencia.


Desde la rampa de lanzamiento hasta una órbita estable: cómo la red sigue a los cohetes y la órbita temprana


Estrack no es solo un «oyente» de sondas lejanas; también es una red de seguridad para las fases de lanzamiento. Durante el despegue y la aceleración hasta la velocidad orbital, las naves espaciales y las etapas superiores de los cohetes son muy sensibles a la pérdida de telecomandos o a la falta de telemetría. Las antenas situadas cerca de los puertos espaciales y a lo largo de la trayectoria esperada garantizan que los datos sobre el rendimiento del cohete lleguen al centro de control sin interrupción. Si es necesario, la red puede «hacerse cargo» de la nave apenas unos minutos después de la separación y guiarla a través de la fase crítica LEOP (Launch and Early Orbit Phase), cuando se comprueban los sistemas desplegados, la orientación y el régimen térmico.


Ciencia a partir de los datos: por qué los megabits son tan importantes como los newtons


Las grandes misiones cuestan cientos de millones de euros, pero su valor científico se mide en los datos que regresan. Por lo tanto, el éxito a menudo se calcula en el total de gigabytes descargados, en el porcentaje de paquetes perdidos, en el tiempo de respuesta a los telecomandos y en la estabilidad del enlace durante largas sesiones. Con el avance de los equipos a bordo de las naves, los instrumentos actuales también generan registros en bruto que se pueden procesar posteriormente con nuevos algoritmos; por lo tanto, los enlaces rápidos y fiables son cruciales para que la comunidad científica extraiga el máximo de cada misión. La actualización de las antenas y la transición a la banda Ka no son solo historias de «hardware», son inversiones directas en la calidad de la ciencia que se hará a partir de esos datos.


Europa y el mundo: qué significa Estrack para la autonomía estratégica


En el contexto global, Estrack es uno de los pilares reconocibles de la autonomía estratégica europea en el espacio. Además de garantizar la independencia en las operaciones, la red también representa una plataforma para el desarrollo industrial, desde la mecánica de precisión y la electrónica criogénica hasta los sistemas de software para la planificación y el análisis. Las comunidades locales cercanas a las antenas se benefician de nuevos empleos, educación técnica y colaboraciones con instituciones de investigación. En los países anfitriones de las estaciones de espacio profundo, esto también significa inversiones a largo plazo en infraestructura, transporte y educación.


Qué traerán las próximas décadas


A medida que nos preparamos para el retorno de muestras de Marte, ambiciosas flotillas hacia los planetas exteriores, detallados mapeos por radar de la superficie lunar y misiones de abastecimiento en las cercanías de la Tierra, las demandas de comunicación seguirán creciendo. El futuro traerá una mayor dependencia de la automatización: los planificadores utilizarán sistemas que optimicen de forma autónoma los horarios de contacto según las prioridades de la misión, las condiciones meteorológicas y las limitaciones energéticas. Las tecnologías de recepción multifocal (beamforming), el filtrado inteligente de interferencias y la gestión dinámica del ancho de banda permitirán el soporte simultáneo de un mayor número de naves sin sacrificar la calidad. También están en juego arquitecturas híbridas que combinarán los enlaces de radio clásicos con las comunicaciones ópticas para misiones especialmente exigentes.


Una mirada desde la redacción: por qué se escribe raramente sobre esta infraestructura, y sin embargo todo se basa constantemente en ella


Para los entusiastas del espacio, los focos suelen estar puestos en imágenes espectaculares, maniobras dramáticas y grandes anuncios científicos. Pero detrás de cada una de esas imágenes hay miles de horas de trabajo silencioso de antenas, horarios y análisis. Sin una red estable que hable todos los días con las naves espaciales, no hay ni espectáculo ni ciencia. Estrack es, en este sentido, no solo un logro tecnológico, sino también social: la prueba de que la planificación a largo plazo, la cooperación internacional y la inversión en infraestructura «invisible» dan sus frutos para generaciones de científicos, ingenieros y personas curiosas que quieren entender el universo en el que vivimos.


Hitos clave y cifras que explican la magnitud



  • 1975 – inicio de la red que hoy es sinónimo de las operaciones espaciales europeas.

  • 2005 – puesta en funcionamiento de la antena de espacio profundo de Cebreros; inicio de la era del apoyo operativo sistemático a las misiones más lejanas.

  • 2012 – consolidación de las capacidades de espacio profundo con las antenas de Malargüe y New Norcia.

  • 2014–2016 – «Rosetta» y el histórico maratón operativo alrededor del cometa 67P, con miles de horas de «seguimiento» preciso.

  • 2020–2025 – período de modernización y preparación para misiones con mayores velocidades de transmisión de datos, incluyendo Solar Orbiter, JUICE y BepiColombo.

  • 31 de mayo de 2025 – emisión de «El Danubio azul» al espacio profundo con motivo del 50 aniversario de la red y los 20 años de la antena de Cebreros.

  • 2024–2025 – fases clave de construcción e integración de la nueva antena de 35 metros en New Norcia para aumentar la capacidad de la red.


Qué significa en la práctica «aumentar la capacidad»


El término a menudo suena abstracto, por lo que es bueno «traducirlo» al lenguaje operativo. Aumentar la capacidad en la práctica significa más sesiones simultáneas, mayores velocidades útiles, menor pérdida de paquetes, menor tiempo de espera entre dos oportunidades para enviar comandos (uplink), una rotación más rápida de la antena y un seguimiento más preciso en geometrías cósmicas rápidas. También significa una mayor capacidad de la red para absorber eventos extraordinarios (por ejemplo, entradas inesperadas de naves en safe mode por protección), y un «desglose» más fino de la programación cuando los instrumentos científicos necesitan largas observaciones ininterrumpidas. Desde un punto de vista moderno, esto también incluye una mejor analítica: mantenimiento predictivo de los equipos basado en datos de sensores y algoritmos que detectan tempranamente síntomas de fatiga de las piezas mecánicas o de degradación de los módulos electrónicos.


Perspectiva pública y educación


La red, con todos sus detalles técnicos y estrictos protocolos de seguridad, es también una excelente herramienta para la divulgación científica. Las visualizaciones interactivas del funcionamiento de las antenas en tiempo real y los materiales educativos permiten a las escuelas, universidades y al público en general comprender mejor cómo se crean las fotos más bellas de planetas y cometas, cómo se planifican las maniobras y por qué a veces es necesario «ahorrar» en telecomandos para aprovechar al máximo el enlace de descarga para los datos científicos. Las visitas profesionales y los días de puertas abiertas cerca de las antenas crean una nueva generación de ingenieros que seguirán desarrollando la presencia europea en el espacio.


El 4 de octubre de 2025, la historia de Estrack no ha terminado, sino que entra en una nueva fase. En un momento en que Europa planea misiones a la Luna, nuevas investigaciones de Marte, mapeos detallados de campos de asteroides y una inmersión más profunda en la física del Sol, una infraestructura como esta no es un lujo, sino un requisito previo. Cada nuevo metro de diámetro de la antena, cada dB de ganancia y cada segundo en que la conexión permanece limpia significan más ciencia, más seguridad y más razones para atreverse a ir más lejos. En este sentido, Estrack es quizás el mejor ejemplo de una tecnología silenciosa pero crucial: aquella que conecta el continente con el cosmos y permite que los mensajes de los confines de nuestro vecindario cósmico lleguen a casa, claros y completos.

Hora de creación: 4 horas antes

AI Lara Teč

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