Nuestra compleja y a menudo ambivalente relación con la tecnología, impregnada de ansiedad, miedo, pero también de inmensa fascinación, ha encontrado una válvula de escape única en el humor. La comedia, a lo largo de las décadas, ha demostrado ser un mecanismo clave mediante el cual lidiamos con el avance imparable de la tecnología informática en la vida moderna. Es precisamente esta compleja dinámica la que explora el profesor asociado Benjamin Mangrum de la Universidad MIT en su nuevo y provocador libro titulado "La comedia de la computación: O cómo aprendí a dejar de preocuparme y a amar la obsolescencia", publicado por Stanford University Press. Mangrum analiza detalladamente cómo el cine, la televisión, la literatura y el teatro utilizan el humor como un medio para reconciliarse con la inevitable presencia de las máquinas en nuestras vidas, pero también como una aguda crítica a sus inesperadas consecuencias.
Cuando Steve Jobs demostró públicamente por primera vez el Apple Macintosh a principios de 1984, no fue una coincidencia que los chistes cuidadosamente escritos fueran una parte integral de la presentación. Después de sacar el ordenador de una bolsa, el Macintosh, utilizando la tecnología de reconocimiento de voz de Samsung, pronunció una ocurrencia dirigida a su competidor IBM y sus voluminosos ordenadores centrales: "Nunca confíes en un ordenador que no puedas levantar". Este movimiento fue mucho más que un mero entretenimiento; fue un acto estratégico. En las primeras décadas de la penetración de la informática en la esfera cultural, a partir de la década de 1950, los ordenadores se percibían como fríos, impersonales y potencialmente peligrosos para los intereses humanos. La culminación de tal percepción se encarna en la icónica película de Stanley Kubrick de 1968, "2001: Una odisea del espacio", donde el ordenador de a bordo HAL 9000, con su voz tranquilizadora, casi hipnótica, se convierte en una amenaza mortal para los astronautas. Jobs, en su misión de vender la idea de un ordenador personal, utilizó el humor para mitigar precisamente esos miedos, para darle a la máquina un carácter más humano, accesible y menos intimidante.
El humor como medio para domesticar la tecnología
El profesor Mangrum destaca que es precisamente la comedia la que se ha convertido en el formato cultural que hace que la tecnología sea "ordinaria". "En circunstancias en las que la computación podría parecer inhumana o impersonal, la comedia nos permite integrarla en nuestras vidas de una manera que le da sentido", explica Mangrum. Sostiene que este proceso de asimilación no es nuevo. Su interés en este tema fue impulsado en parte por la obra de teatro de William Marchant de 1955, "The Desk Set", que más tarde fue adaptada a una popular película protagonizada por Katharine Hepburn y Spencer Tracy. La trama gira en torno a unas oficinistas que se enfrentan a la llegada de un "cerebro electrónico" diseñado para optimizar su trabajo, lo que les provoca el temor a perder sus empleos. A través de tramas cómicas, la obra explora cómo los humanos y los ordenadores coexistirán, sugiriendo finalmente una simbiosis en lugar de un reemplazo.
Sorprendentemente, las comedias románticas han demostrado ser uno de los géneros contemporáneos más destacados que tratan sobre la tecnología y su impacto en las relaciones interpersonales. Mangrum explica en el libro por qué esto es así. Su estructura narrativa a menudo incluye giros del destino, y este patrón a veces se aplica a la propia tecnología. Un ordenador o una nueva plataforma tecnológica puede actuar inicialmente como un obstáculo que separa a las personas, but a través del desarrollo de la trama, se transforma en una herramienta que las une. "Uno de los tropos comunes en las comedias románticas son los personajes o factores que interfieren en la feliz unión de dos personas", observa Mangrum. "A menudo, durante el arco dramático, ese obstáculo o personaje perturbador se transforma en un socio o colaborador y es asimilado a la comunidad de la feliz pareja. Esto proporciona una plantilla para la forma en que algunos productores culturales quieren presentar la experiencia de la computación. Comienza como un obstáculo y termina como un socio." Este arco narrativo, que se remonta a la antigüedad y era común en la época de Shakespeare, se ha adaptado perfectamente a la era digital, ofreciendo una historia reconfortante sobre cómo podemos reconciliarnos con los cambios tecnológicos.
La evolución del chiste tecnológico: De los mainframes a Silicon Valley
Por supuesto, el humor no es una categoría inmutable; cambia y se adapta constantemente. Como dice Mangrum, "La comedia no es un recurso fijo. Es una caja de herramientas en constante cambio". Los chistes que antes eran graciosos hoy pueden ser completamente incomprensibles. La broma de Jobs sobre los ordenadores mainframe o las escenas cómicas de la película de Nora Ephron "Tienes un e-mail" de 1998, que se basaban en los sonidos de los módems de acceso telefónico y la lentitud del internet de la época, probablemente no harían reír al público de hoy, acostumbrado a la conexión inalámbrica y la comunicación instantánea. La obsolescencia no es solo el destino de la tecnología, sino también del humor que la acompaña.
Al entrar en el siglo XXI, Mangrum observa la aparición de una nueva y dominante categoría de humor que él llama el "Gran Chiste Tecno-Industrial". Esta forma de comedia centra su atención en la enorme brecha entre los nobles, casi utópicos, objetivos que las empresas tecnológicas proclaman y los resultados a menudo sombríos o banales que crean sus productos. Las redes sociales, por ejemplo, prometían nuevos mundos de conexión, democratización de la información y exploración social. Aunque han aportado ciertos beneficios que la gente disfruta, al mismo tiempo han generado polarización, desinformación, toxicidad y problemas de salud mental. Los efectos sociales de la tecnología son complejos y contradictorios.
"La industria tecnológica anuncia que algunos de sus productos tienen objetivos revolucionarios o utópicos, pero los logros de muchos de ellos se quedan muy por debajo de esos grandiosos anuncios", dice Mangrum. "Esa es una configuración divertida para un chiste. La gente afirma que está salvando el mundo, cuando en realidad solo estamos procesando correos electrónicos más rápido. Pero también es una forma de crítica dirigida a los grandes gigantes tecnológicos, ya que sus productos son más complicados de lo que parecen a primera vista". Series de televisión enteras, como la aclamada serie de HBO "Silicon Valley", han profundizado en este terreno, construyendo su humor sobre el contraste absurdo entre el lenguaje visionario de la cultura de las startups y la realidad mundana y a menudo codiciosa.
Autenticidad en la era de los algoritmos y los selfies
El libro "La comedia de la computación" también aborda otros aspectos clave de la colisión entre la cultura moderna y la tecnología. Uno de ellos es el concepto de autenticidad personal, que, como señala Mangrum, es un constructo social relativamente nuevo. Es precisamente esta esfera de la vida la que ha entrado en conflicto directo con la computación, ya que las redes sociales están inundadas de acusaciones de falta de autenticidad, falsa representación y vidas cuidadosamente seleccionadas. "Esa ética de la autenticidad se conecta con la comedia, porque hacemos chistes sobre las personas que no son auténticas", explica Mangrum. El humor se convierte en una herramienta para exponer la naturaleza performativa de las identidades en línea, desde los influencers que promocionan productos en los que no creen, hasta los usuarios comunes que presentan una versión idealizada de su vida cotidiana.
Esta tensión crea un terreno fértil para la sátira y la comedia que cuestiona lo que significa ser "real" en un mundo mediado digitalmente. El trabajo de Benjamin Mangrum también ha recibido elogios de otros académicos. Mark Goble, profesor de inglés en la Universidad de California, Berkeley, lo ha calificado de "clave para entender el mundo tecnológico en su complejidad, absurdo y vitalidad". El propio Mangrum subraya que su libro no es una condena o celebración unilateral de la tecnología, sino una exploración de su total complejidad. "Hay una imagen realmente complicada y desordenada", dice. "Y la comedia a veces encuentra una manera de experimentar esa experiencia desordenada y encontrar placer en ella, mientras que en otras ocasiones la envuelve pulcramente en una moraleja que puede hacer que las cosas parezcan más ordenadas de lo que realmente son".
Mangrum añade que el libro se centra en "la combinación de amenaza y placer que ha estado presente a lo largo de la historia de los ordenadores, en las formas en que ha sido asimilado y ha moldeado la sociedad, con un progreso y beneficios reales, pero también con amenazas reales, por ejemplo, para el empleo. Me interesa la dualidad, las características simultáneas y aparentemente contradictorias de esa experiencia". A través del humor, argumenta, no solo lidiamos con la ansiedad tecnológica, sino que también participamos activamente en la configuración del significado cultural de la tecnología, convirtiendo el miedo en risa, y lo desconocido en algo con lo que podemos conectar.
Fuente: Massachusetts Institute of Technology
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Hora de creación: 10 julio, 2025