El metano ha sido conocido durante décadas como el "acelerador silencioso" del cambio climático. Aunque permanece en la atmósfera mucho menos tiempo que el dióxido de carbono, su capacidad para retener el calor es muchas veces mayor. En un período de cien años, el metano calienta el planeta aproximadamente 28 veces más potentemente que el CO2, y en los primeros veinte años después de su emisión, incluso unas 80 veces más potentemente. Precisamente por eso, este gas se ha convertido en el centro de nuevas promesas internacionales, como la iniciativa Global Methane Pledge, en la que los gobiernos y la industria se comprometen a reducir las emisiones antropogénicas de metano en aproximadamente un 30% para 2030.
Una de las grandes fuentes de metano, y a menudo ignoradas, son los vertederos de residuos municipales. Las estimaciones muestran que los vertederos participan en más del diez por ciento de las emisiones totales de metano generadas por el hombre. En un momento en que cada tonelada adicional de gases de efecto invernadero marca la diferencia, el foco de los científicos y reguladores se desplaza rápidamente del sector energético y los combustibles fósiles hacia los residuos – un lugar donde el metano se libera lenta y difusamente y, a menudo, lejos de los focos de la opinión pública.
En los últimos años, los satélites se están convirtiendo en una herramienta clave para revelar estas emisiones "invisibles". Primero se establecieron en el monitoreo de fugas de metano de campos de petróleo y gas, gasoductos e instalaciones. Hoy, la misma tecnología, mejorada con una mejor resolución espacial y algoritmos sofisticados, pasa a un nuevo ámbito – los vertederos de residuos, donde la imagen de las emisiones es mucho más compleja, pero el potencial de reducción también es grande.
Estudio sobre Madrid: cómo los satélites buscan fugas de metano en vertederos
La Agencia Espacial Europea (ESA) publicó el 15 de diciembre de 2025 un informe detallado de un proyecto pionero sobre el vertedero de Las Dehesas, que forma parte del Parque Tecnológico de Valdemingómez al sureste de Madrid. Se trata de un gran vertedero urbano a aproximadamente 18 kilómetros del centro de la capital española, en el que se genera una cantidad significativa de gas de vertedero – una mezcla de metano, dióxido de carbono y otros compuestos.
El objetivo del estudio es probar si una combinación de mediciones satelitales, aéreas y de campo puede proporcionar una imagen lo suficientemente detallada de las emisiones del vertedero para mostrar a los operadores exactamente por dónde escapa el gas del sistema de captación. En lugar de estimaciones generales de emisiones realizadas sobre la base de modelos o la cantidad de residuos depositados, los expertos intentan obtener una visión casi forense del comportamiento del metano sobre cada colina y cada superficie del cuerpo del vertedero.
Desde la primavera de 2025, un equipo que reúne a investigadores de la Universidad de Leicester, expertos de la ESA, la empresa canadiense GHGSat, la organización holandesa de investigación espacial SRON, el Observatorio Internacional de Emisiones de Metano (IMEO) del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y otros socios lleva a cabo una serie de campañas coordinadas de medición sobre Las Dehesas. En el terreno se miden las concentraciones de gas, drones y aviones con sensores especiales vuelan directamente sobre el vertedero, y los satélites proporcionan una imagen más amplia y repetible desde la órbita.
Al combinar estos niveles de datos, los científicos obtienen lo que ellos mismos llaman un "nivel de visión sin precedentes". Pueden rastrear cómo cambian las emisiones a través del tiempo, cómo reaccionan a los trabajos de mantenimiento, cambios en el calendario de vertido e incluso a condiciones meteorológicas como el viento o cambios repentinos de temperatura. Para el operador del vertedero, esto significa que ya no tiene que adivinar dónde se origina el problema – sino que puede verlo, cuantificarlo y, lo que es más importante, solucionarlo rápidamente.
De la imagen global a fugas del tamaño de unos pocos kilogramos por hora
La base de la nueva metodología la constituye una combinación de dos grupos de instrumentos. El primer grupo está representado por misiones que proporcionan una imagen global, como el satélite Sentinel-5P del programa Copernicus. Su instrumento TROPOMI sobrevuela cada día todo el planeta y mide las concentraciones de metano sobre grandes áreas, con una resolución espacial del orden de varios kilómetros. Estos datos permiten la creación de mapas de "puntos calientes" de metano en los que se ve claramente que sobre una determinada ciudad, zona industrial o vertedero hay una concentración elevada.
Sobre la base de tal mapa global funciona también la herramienta en línea Methane Hotspot Explorer, que dentro del Servicio de Vigilancia Atmosférica de Copernicus (CAMS) muestra "penachos" gaseosos de metano asociados a los llamados súper-emisores. El aprendizaje automático en segundo plano del sistema analiza cada semana nuevas escenas satelitales, busca patrones característicos de fugas y marca las ubicaciones de posibles fuentes. Aunque estos datos no tienen precisión centimétrica, son clave para descubrir dónde hay que buscar una respuesta más detallada.
El segundo pilar de la nueva generación de monitoreo lo constituyen los satélites comerciales y de investigación con muy alta resolución espacial, como los que desarrolla GHGSat y otros operadores. Sus instrumentos, como el sensor con una resolución de unos 25 x 25 metros utilizado en Madrid, pueden detectar penachos individuales de metano sobre objetos relativamente pequeños – un pozo de gas individual, una parte de un vertedero o un segmento de tubería. En condiciones ideales, estos satélites distinguen incluso emisiones que ascienden a unos cien kilogramos de metano por hora.
En el caso de Las Dehesas, estas imágenes satelitales se complementan con vuelos de aviones de investigación equipados con instrumentos capaces de mapear el metano con un detalle de aproximadamente un metro. Tales mapas muestran literalmente dónde el gas atraviesa la cubierta superficial del vertedero, dónde quizás falta una capa de tierra de relleno o dónde el gas ha encontrado un camino a lo largo de los bordes de las estructuras de drenaje y desagüe. Junto con las mediciones de campo a nivel del suelo, todo el paquete de datos convierte el gas invisible en un conjunto de fuentes claramente reconocibles y cuantificadas.
Reparaciones en el vertedero bajo vigilancia satelital
Una de las fases más importantes del estudio madrileño tuvo lugar entre la primavera y el otoño de 2025. Tras el registro inicial del estado, el operador del vertedero llevó a cabo una serie de trabajos de mantenimiento: se revisaron y actualizaron los pozos de captación de gas, se verificaron y, en caso necesario, sanearon las tuberías subterráneas y superficiales para el transporte de metano hacia las instalaciones energéticas, y se ajustaron los métodos de cobertura de las superficies activas y cerradas del vertedero.
Tras estas intervenciones, la misma combinación de sistemas de medición se utilizó nuevamente durante septiembre y octubre de 2025. Los satélites registraron nuevas escenas desde la órbita, los aviones volvieron a sobrevolar el vertedero y los equipos en el terreno registraron cambios en las concentraciones de gas cerca de puntos clave. La comparación de antes y después, que los científicos analizan actualmente en detalle, debería mostrar cuánto redujeron realmente las emisiones totales las intervenciones concretas – por ejemplo, el saneamiento de una determinada serie de pozos.
Un elemento importante de todo el proceso es también la velocidad del intercambio de información. El equipo de investigación proporciona regularmente al operador del vertedero mapas que muestran los focos sospechosos, y el personal en el terreno puede verificar el estado en esas ubicaciones casi en tiempo real. En muchos casos, indican los científicos, los empleados del vertedero lograron visitar físicamente el área problemática en poco tiempo, confirmar la fuga e inmediatamente planificar o llevar a cabo el saneamiento.
De esta manera, las mediciones satelitales y aéreas se transforman de datos científicos abstractos en una herramienta operativa muy concreta. Para la ciudad de Madrid, esto significa menos metano incontrolado en la atmósfera, pero también una visión más precisa de cuán efectivos son realmente los sistemas existentes de captación y aprovechamiento del gas de vertedero tras las inversiones en mantenimiento. Para los científicos, es a su vez una oportunidad para calibrar los modelos de liberación de gas y compararlos con lo que los satélites e instrumentos en el terreno realmente miden.
Quién está detrás del proyecto: un ejemplo de colaboración entre ciencia, ciudades e industria
El proyecto Las Dehesas no es un estudio académico clásico alejado de la vida cotidiana. En él están involucrados desde el principio los operadores del vertedero y la administración municipal de Madrid, que comparten abiertamente datos sobre el funcionamiento de la instalación – desde el calendario de vertido de residuos hasta el calendario de trabajos de mantenimiento. A esta información, los investigadores adjuntan imágenes satelitales, mediciones desde el aire y datos del suelo, creando así un mosaico conjunto y transparente.
Además de la Universidad de Leicester y la ESA, participan en el proyecto socios como la empresa GHGSat, SRON de los Países Bajos, la Universidad Técnica de Dinamarca y el Observatorio Internacional de Emisiones de Metano, que opera dentro del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Precisamente el IMEO e iniciativas afines se esfuerzan por consolidar datos de diferentes fuentes – inventarios nacionales, mediciones de la industria, campañas de medición y misiones satelitales – para que las decisiones sobre la reducción de emisiones se basen en el estado real y verificable.
Para los gestores de vertederos, tal proyecto es una oportunidad para comparar diferentes tecnologías de monitoreo, desde redes clásicas de pozos y sondas hasta los últimos sistemas espaciales. Para las autoridades municipales, representa una herramienta con la que pueden mostrar al público que gestionan activamente las emisiones, y no solo que "demuestran el cumplimiento" de los estándares legales mínimos. En un contexto más amplio, el estudio sirve como prototipo para futuras conexiones entre operadores de satélites, instituciones científicas y empresas locales de servicios públicos en todo el mundo.
Red global de satélites para el metano: de Sentinel-5P a constelaciones comerciales
El vertedero de Madrid es solo un ejemplo en una ola mucho más amplia de proyectos que se apoyan en nuevas misiones satelitales. Además del ya mencionado Sentinel-5P, en los últimos años se han lanzado a la órbita misiones especializadas cuya tarea principal es precisamente la detección y cuantificación de emisiones de metano. Algunas de ellas son desarrolladas por instituciones públicas en colaboración con la NASA y otras agencias, y otras por empresas privadas que ofrecen datos a la industria, gobiernos y organizaciones internacionales.
La empresa canadiense GHGSat gestiona para finales de 2025 una constelación de dieciséis satélites dedicados a la vigilancia precisa de emisiones industriales. Sus instrumentos sobrevuelan regularmente campos de petróleo y gas, minas de carbón, acerías, pero también un número creciente de vertederos de residuos en todo el mundo. Los datos que recopilan sirven tanto a clientes comerciales, que quieren identificar pérdidas de metano como una oportunidad económica, como a organismos públicos, que monitorean si las reducciones de emisiones realmente se han logrado.
Entran en juego también nuevas misiones disponibles públicamente que ponen énfasis en la transparencia. En agosto de 2024 se lanzó la misión Tanager-1 en el marco de la coalición Carbon Mapper, que con la ayuda de tecnología desarrollada en los laboratorios de la NASA se esfuerza por mapear diariamente grandes penachos de metano de diversos sectores, incluidos los vertederos. Un papel similar asumió el satélite MethaneSat, que fue lanzado a principios de 2024 con el apoyo de la organización Environmental Defense Fund y socios, y está diseñado para publicar públicamente datos sobre los mayores contaminadores. Aunque durante el año 2025 la misión sufrió una grave avería técnica, los primeros conjuntos de datos se siguen utilizando para análisis y el desarrollo de nuevos enfoques de monitoreo.
Los datos de diferentes misiones se consolidan cada vez más en plataformas abiertas. Por ejemplo, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente desarrolla sistemas como el Methane Alert and Response System (MARS) y el portal Eye on Methane, que integran información de satélites, campañas de campo e informes industriales. Tales plataformas permiten que una fuga de metano detectada no se quede en el nivel de un trabajo científico, sino que la información se transmita a las autoridades competentes y operadores para que inicien medidas concretas.
De la órbita a la política: cómo los datos satelitales cambian las reglas del juego para los vertederos
Las mediciones satelitales de metano eran hasta hace poco ante todo una fuente de datos para trabajos científicos e inventarios mundiales de gases de efecto invernadero. Sin embargo, a medida que avanzan la alta resolución espacial y la frecuencia de toma de imágenes, es cada vez más fácil vincular un penacho de gas individual con una instalación concreta o incluso una celda de vertedero. Con ello, los satélites entran también en el dominio de la práctica regulatoria y judicial, donde pueden servir como prueba adicional para iniciar investigaciones o imponer multas.
En determinados estados ya se discute sobre cómo aceptar los datos satelitales como parte de los sistemas oficiales de vigilancia para vertederos y otras instalaciones. Los reguladores reconocen que los satélites les permiten una visión relativamente barata e independiente del estado en cientos de ubicaciones, sin necesidad de enviar inspectores con equipos de medición a cada vertedero. Al mismo tiempo, los operadores obtienen la oportunidad de reaccionar proactivamente a las emisiones observadas y mostrar que se toman en serio las obligaciones de reducción de metano.
Es especialmente importante que las mediciones satelitales no queden como islas de datos aisladas. Proyectos como el de Madrid muestran cómo se alcanza el máximo valor cuando se combinan con el conocimiento local de la instalación, mediciones detalladas de campo y planes claros de saneamiento. Entonces los "píxeles" satelitales dejan de ser solo un bonito mapa para presentaciones, y se convierten en una herramienta que guía diariamente a los equipos de trabajo en el terreno.
Qué significan los resultados de Madrid para otros vertederos – y para ciudades como las nuestras
Aunque Las Dehesas es un vertedero específico con sus propias condiciones climáticas, geológicas y operativas, la metodología desarrollada sobre Madrid puede transferirse fácilmente a otras instalaciones. Muchos componentes clave ya existen: satélites que rastrean el metano casi en tiempo real, algoritmos para la detección de penachos, modelos de dispersión de gases en la atmósfera y métodos estandarizados para la estimación de emisiones a nivel de vertedero.
Para las grandes ciudades de la Unión Europea, incluidas las de Croacia y la región, tales proyectos ofrecen una especie de "plantilla" sobre cómo combinar los requisitos de la política climática, la legislación sobre residuos y los planes locales de gestión de emisiones. Una ciudad que quiera reducir su huella de carbono puede, por ejemplo, solicitar que el operador del vertedero colabore con instituciones de investigación y operadores de satélites, realice una campaña de medición detallada y, sobre la base de los resultados, elabore un plan de intervenciones de saneamiento – desde la instalación de pozos adicionales hasta una mejor cobertura de superficies y la captación de gas para la producción de energía.
Es importante destacar aquí que los satélites no son una varita mágica que puede resolver todos los problemas con las emisiones de metano de los residuos. No pueden sustituir sistemas de captación de gas bien diseñados, una cobertura de calidad de los residuos, la modernización de los vertederos y, finalmente, el procesamiento y la reducción de la generación de residuos. Pero pueden mostrar dónde existen los mayores agujeros en el sistema actual y ofrecer datos cuantitativos sobre cuánto redujo realmente las emisiones una intervención.
En los años venideros, la combinación de satélites cada vez más numerosos, algoritmos sofisticados y la colaboración entre ciudades, industria y la comunidad científica probablemente convertirá la historia del "gas invisible" en listas muy concretas de ubicaciones, intervenciones y reducciones de emisiones. Los resultados del estudio madrileño, cuyos trabajos científicos y análisis detallados se esperan a principios de 2026, servirán como una prueba importante de cuán lejos podemos llegar en la cuantificación del metano de los vertederos y en la orientación de las medidas hacia los lugares donde tendrán el mayor efecto.
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