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Un descubrimiento revolucionario en el espacio: cómo la microgravedad en la EEI crea células cardíacas más resistentes para tratar el corazón

Una investigación de la Universidad de Emory en la Estación Espacial Internacional descubrió que la microgravedad promueve un crecimiento más rápido y una mayor resistencia de las células cardíacas derivadas de las células madre. Este logro científico abre nuevas puertas al desarrollo de terapias regenerativas más eficaces para el tratamiento del daño cardíaco grave.

Un descubrimiento revolucionario en el espacio: cómo la microgravedad en la EEI crea células cardíacas más resistentes para tratar el corazón
Photo by: Domagoj Skledar - illustration/ arhiva (vlastita)

Las enfermedades cardiovasculares representan la principal causa de mortalidad a nivel mundial, cobrándose casi 18 millones de vidas cada año, lo que constituye casi un tercio de todas las muertes en el mundo. Estadísticas alarmantes revelan que se trata de una pandemia de la era moderna, con estimaciones que indican que más de 640 millones de personas viven con alguna forma de enfermedad del corazón y del sistema circulatorio. El problema se ve acentuado por el hecho de que el tejido muscular cardíaco dañado no tiene la capacidad de regenerarse, lo que hace que el tratamiento sea extremadamente complejo y coloca a los pacientes en la fase final de la insuficiencia cardíaca en largas listas de espera para un trasplante. Desafortunadamente, el número de corazones de donantes disponibles ni de lejos puede satisfacer las crecientes necesidades, dejando a millones de personas sin una opción de tratamiento adecuada. En este contexto, la comunidad científica está invirtiendo enormes esfuerzos en el desarrollo de nuevos enfoques terapéuticos, y una de las direcciones más prometedoras es la medicina regenerativa.


Una revolución en el tratamiento del corazón en el horizonte


En el centro de las investigaciones de terapias regenerativas se encuentran las células madre pluripotentes inducidas (iPSC). Se trata de células que se pueden tomar de muestras de piel o sangre de un adulto y reprogramarse para volver a un estado embrionario y pluripotente. Desde este estado, los científicos pueden dirigirlas para que se desarrollen en cualquier tipo de célula del cuerpo, incluidos los cardiomiocitos, las células del músculo cardíaco. Teóricamente, estas células cardíacas cultivadas en laboratorio podrían trasplantarse al corazón dañado de un paciente, reconstruir el tejido destruido y devolverle su función perdida. Sin embargo, el camino de la teoría a la aplicación clínica está lleno de desafíos. Uno de los mayores problemas a los que se enfrentan los científicos es la baja tasa de supervivencia de las células trasplantadas. Cuando se inyectan nuevas células en el tejido cardíaco dañado, inflamado y lleno de cicatrices, una gran parte de ellas no logra sobrevivir e integrarse. Otro desafío clave es la producción de un número suficiente de células cardíacas de alta calidad de una manera eficiente y rápida para que la terapia esté disponible para un gran número de pacientes.


La estación espacial como un laboratorio único


En la búsqueda de soluciones a estos problemas, los científicos han recurrido al laboratorio más inusual posible: la Estación Espacial Internacional (EEI). El entorno de microgravedad, es decir, el estado de ingravidez que prevalece en la órbita terrestre, ofrece condiciones únicas para estudiar los procesos biológicos de formas que no son posibles en la Tierra. La gravedad afecta a casi todos los aspectos del comportamiento celular, desde la forma y la estructura hasta el crecimiento y la comunicación. Al eliminar esta fuerza, los científicos pueden descubrir los mecanismos fundamentales que gobiernan la vida celular. Un equipo de investigadores de la Universidad de Emory, dirigido por la profesora Chunhui Xu, planteó la hipótesis de que la microgravedad podría inducir cambios celulares que harían que las células cardíacas fueran más resistentes y más capaces de sobrevivir después de un trasplante. La inspiración provino en parte de investigaciones anteriores que mostraron que algunos tipos de células cancerosas proliferan más rápido en el espacio, lo que era una señal de que otras células también podrían mostrar un comportamiento inusual.


Un avance científico en órbita


El equipo de investigación de la Universidad de Emory llevó a cabo un sofisticado experimento, enviando células cardíacas humanas, obtenidas de iPSC, a la Estación Espacial Internacional. Para imitar la estructura y función del corazón humano de la manera más fiel posible, las células se organizaron en esferoides tridimensionales microscópicos. Estos cultivos celulares se congelaron para un transporte seguro y se descongelaron justo antes del lanzamiento. Paralelamente, grupos de control idénticos de células permanecieron en la Tierra para permitir una comparación precisa. Durante su estancia en el espacio, los astronautas monitorearon el crecimiento y el comportamiento de las células con un microscopio y enviaron videos a la Tierra. Tras el regreso de los cultivos vivos, se realizó un análisis molecular detallado.


Resultados increíbles desde el espacio


Los resultados, publicados en varios artículos revisados por pares, incluidos dos en la prestigiosa revista científica Biomaterials, superaron las expectativas. Los análisis mostraron que la exposición a la microgravedad provocó cambios profundos a nivel genético y proteico. Primero, las células se multiplicaron considerablemente más rápido que sus homólogas terrestres. Este descubrimiento tiene un impacto directo en uno de los desafíos clave: la producción en masa. La capacidad de generar un gran número de células cardíacas más rápidamente podría abaratar y acelerar significativamente el desarrollo de futuras terapias. En segundo lugar, y quizás más importante, el análisis genético reveló una mayor expresión de toda una serie de genes cruciales para la supervivencia celular. Se observó una mayor actividad en las vías relacionadas con el desarrollo celular, la respuesta al estrés, la supervivencia y el metabolismo celular. Esto significa prácticamente que el entorno espacial "entrenó" a las células para que se volvieran más resistentes, adaptables y preparadas para sobrevivir en el entorno hostil de un corazón dañado.


Los investigadores observaron que las células que habían estado en el espacio producían más proteínas implicadas en la supervivencia y mostraban signos de mayor madurez. Las células cardíacas inmaduras pueden representar un riesgo porque pueden dividirse sin control, pero las células del espacio mostraron características que las hacen más seguras y funcionales. Como explicó la profesora Chunhui Xu, cuyo laboratorio lidera esta investigación, el entorno espacial ofrece una oportunidad increíble para estudiar las células de nuevas maneras. El conocimiento adquirido con esta investigación podría permitir el desarrollo de una estrategia completamente nueva para generar células cardíacas con una supervivencia mejorada, lo que reportaría un enorme beneficio a los pacientes en la Tierra. Esta investigación no solo amplía las fronteras de la medicina regenerativa, sino que también abre la puerta a la transformación de todo el panorama del tratamiento de las enfermedades cardíacas, ofreciendo esperanza a millones de personas que más la necesitan.

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Hora de creación: 08 agosto, 2025

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