Dos pioneros espaciales de la NASA – el telescopio espacial James Webb y el rover Curiosity en Marte – han sido incluidos en el “Best Inventions Hall of Fame”, un panteón especial de inventos que la revista TIME ha formado este año con motivo de un cuarto de siglo de su selección de las mejores innovaciones. En compañía de los 25 inventos más influyentes de la época moderna se han encontrado también estas dos máquinas que, cada una a su manera, han cambiado la forma en que miramos el universo y nuestro propio lugar en él.
TIME construye este “Hall of Fame” sobre una tradición iniciada en el año 2000, cuando publicó por primera vez la lista “Best Inventions”. Mientras tanto, en estas listas se han alternado los teléfonos inteligentes, las vacunas de ARNm, las nuevas generaciones de coches eléctricos, la inteligencia artificial y una serie de otras tecnologías que han redefinido la vida cotidiana. La inclusión de Webb y Curiosity en esta sociedad de élite no significa solo que sean técnicamente fascinantes, sino que con sus descubrimientos, datos y el fomento de la curiosidad pública han dejado una huella visible en todo el planeta.
Detrás de esta decisión hay un proceso de varios meses en el que TIME, junto con las propuestas de sus propios editores y corresponsales de todo el mundo, evalúa a los candidatos según criterios como originalidad, ambición, eficacia a largo plazo e impacto global. En este contexto, un telescopio espacial situado a unos 1,5 millones de kilómetros de la Tierra y un laboratorio robótico que lleva ya más de una década conduciendo por la superficie de Marte destacan no solo como proyectos científicos, sino como símbolos de la perseverancia humana.
Cómo TIME construye su “Hall of Fame” de innovación
La lista de los mejores inventos de TIME nunca ha sido un mero desfile tecnológico. La redacción busca sistemáticamente proyectos que cambien la sociedad, la salud, la ciencia y la economía – desde grandes soluciones de infraestructura hasta dispositivos que hoy sostenemos a diario en el bolsillo. Con el nuevo “Hall of Fame”, los editores decidieron hacer un corte transversal a través de 25 años y destacar inventos que han demostrado ser duraderos en el tiempo: aquellos que son hoy igual de relevantes que en el momento en que fueron presentados.
En este grupo entraron productos y soluciones que han marcado industrias enteras – desde teléfonos inteligentes pioneros, pasando por plataformas para compartir vídeo, hasta logros médicos que cambiaron el curso de la pandemia. En esa misma galería se encontraron también Webb y Curiosity, como representantes de una categoría que a menudo parece abstracta, pero que en la práctica moldea fuertemente la cotidianidad: la ciencia fundamental y la exploración del espacio.
TIME destaca al respecto varios criterios clave. El primero es la originalidad – en qué medida el invento introduce un enfoque completamente nuevo a un problema. El segundo es la continuidad de la eficacia: si la tecnología pierde brillo después de unos años, o si por el contrario el tiempo juega a su favor porque con los años abre nuevas posibilidades. El tercero es la ambición, es decir, la disposición a mover los límites de lo posible mediante el riesgo y la innovación. Y finalmente, el impacto – desde citas científicas y trabajos publicados hasta cuánto ha cambiado la forma en que pensamos sobre el mundo.
James Webb: la ventana más potente al universo profundo
El telescopio espacial James Webb a menudo se describe como el sucesor del legendario Hubble, pero en la práctica se trata de un instrumento que ha abierto una época astronómica totalmente nueva. Webb fue lanzado a finales de 2021 en un cohete Ariane 5 desde la Guayana Francesa y situado en órbita alrededor del punto L2 del sistema Sol–Tierra, aproximadamente a 1,5 millones de kilómetros de nuestro planeta. Allí, protegido por un enorme parasol multicapa, observa el universo principalmente en el rango infrarrojo, donde puede mirar a través de nubes de gas y polvo en las que nacen las estrellas y las galaxias.
La parte más llamativa de Webb es el espejo primario de 6,5 metros de diámetro compuesto por 18 segmentos recubiertos de oro. Cada segmento es ajustable con precisión, para que todo el sistema funcione como un solo espejo perfectamente alineado. La combinación de gran diámetro y detectores sensibles permite al telescopio registrar la luz de objetos tan lejanos que se formaron cientos de millones de años después del Big Bang. Para comparar, Hubble, instrumento aún extremadamente valioso, tiene un espejo primario de 2,4 metros de diámetro y trabaja predominantemente en la parte visible y ultravioleta del espectro.
Desde las primeras imágenes científicas, Webb ha entregado un catálogo de descubrimientos que han reformado la cosmología y la ciencia planetaria. Los astrónomos han identificado con su ayuda algunas de las galaxias conocidas más antiguas, analizado la composición química de atmósferas de exoplanetas y seguido complejos procesos de formación de estrellas en nebulosas. Observaciones recientes han mostrado, por ejemplo, exoplanetas con atmósferas que sorprenden por su persistencia a pesar de la cercanía de las estrellas madre, así como “Júpiteres calientes” que pierden gas en largas colas, lo que ha provocado un nuevo debate sobre cómo los planetas pierden atmósferas en condiciones extremas.
Webb también ha descubierto rastros de estrellas extremadamente masivas, llamadas “monstruosas”, en la historia temprana del universo. Su presencia ayuda a explicar cómo en un tiempo relativamente corto después del Big Bang se formaron agujeros negros supermasivos en los centros de las galaxias. Para los científicos, tales datos no son solo otro ítem en un catálogo, sino puntos clave que prueban y cambian los modelos teóricos existentes.
El legado tecnológico de Webb fuera de la astronomía
El ensamblaje completo y la puesta en marcha de Webb fue una maravilla de la ingeniería en sí misma. El telescopio tuvo que “desempaquetarse” en el espacio a través de cientos de maniobras sucesivas – desde la apertura del parasol del tamaño de una pista de tenis hasta el despliegue preciso de los segmentos del espejo. Esa fase fue tan arriesgada que muchos en la NASA la describieron como “30 días de terror”. Pero precisamente debido a esos requisitos se desarrollaron tecnologías que hoy encuentran aplicación mucho más allá de la astronomía.
Una óptica extremadamente precisa y detectores avanzados, hechos para reconocer el brillo infrarrojo más débil de galaxias lejanas, han sido introducidos en el desarrollo de cámaras de alta gama, dispositivos médicos y sensores industriales. Las técnicas de recubrimiento de lentes, que aumentan la reflectividad en longitudes de onda específicas, se utilizan en la producción de lentes de contacto y objetivos sofisticados. Los sistemas avanzados de control de temperatura y tensión de materiales, desarrollados para que los instrumentos sensibles funcionaran a temperaturas inferiores a –200 °C, se aplican en la producción de semiconductores y la inspección precisa de álabes de turbinas y componentes de motores de aviones.
Tal transferencia de tecnología no es un subproducto accidental, sino parte de la lógica más amplia de los programas espaciales: la inversión en un proyecto arriesgado pero revolucionario al final resulta en herramientas y conocimientos que regresan a la vida cotidiana. TIME reconoció precisamente esto como uno de los valores clave de Webb – el hecho de que el telescopio, aunque es físicamente inalcanzable, tiene un efecto muy tangible en la industria, las innovaciones y las futuras generaciones científicas.
Curiosity: un laboratorio del tamaño de un coche en el Planeta Rojo
Si Webb es un símbolo de la mirada al universo profundo, Curiosity es un símbolo de la exploración persistente de nuestro vecino, Marte. El rover es parte de la misión de la NASA Mars Science Laboratory, lanzada a finales de 2011, y aterrizó en la superficie del Planeta Rojo en agosto de 2012 en el cráter Gale. Curiosity es el rover más grande y complejo que jamás se haya enviado a Marte – es del tamaño de un coche pequeño, con un brazo robótico, taladros, espectrómetros, cámaras y todo un laboratorio químico en sus “entrañas”.
Su espectacular aterrizaje entró en la historia de las misiones espaciales: en lugar de los clásicos airbags o un simple frenado por cohetes, Curiosity fue bajado mediante una “grúa celeste” robótica, es decir, un sistema que flotando sobre la superficie de Marte bajó lentamente el rover al suelo con cables, y luego voló lejos para no dañar el vehículo. Ese concepto, aunque extremadamente arriesgado, abrió la puerta al envío de cargas más pesadas y complejas a Marte – lo cual es un prerrequisito clave para futuras misiones con tripulación humana.
La principal tarea científica de Curiosity desde el primer día fue responder a la pregunta: ¿pudo Marte haber sido habitable alguna vez? A diferencia de algunas misiones anteriores, que se enfocaron en rastros de agua en el hielo o la atmósfera, este rover investiga rocas, suelo y sedimentos para reconstruir la historia del medio ambiente y evaluar si en el pasado existieron condiciones propicias para la vida microbiana.
Qué nos ha revelado Curiosity sobre Marte
Durante más de una década de exploración del cráter Gale, Curiosity ha descubierto pruebas convincentes de que en esa zona existió alguna vez un lago que pudo durar millones de años. El análisis de rocas sedimentarias estratificadas, depósitos fluviales y minerales arcillosos muestra que el agua en ese entorno era relativamente suave, no demasiado ácida ni salada, con una composición química favorable para los microorganismos. En algunas rocas se ha identificado también una paleta diversa de moléculas orgánicas, lo que confirma adicionalmente que Marte en el pasado lejano tuvo potencial para la vida.
Curiosity ha analizado en varias ocasiones también la composición de la atmósfera marciana, siguiendo, entre otras cosas, los cambios en el nivel de metano. Aunque el origen de esos cambios sigue siendo objeto de debate – pueden ser resultado de procesos geológicos, pero también de una hipotética actividad biológica – el hecho de que el metano cambie estacionalmente sugiere que Marte es un planeta más dinámico de lo que se supuso durante mucho tiempo. Además, el rover encontró en el polvo y la roca rastros de agua ligada en minerales así como una riqueza de minerales hidratados que atestiguan la compleja historia hídrica del planeta.
Hallazgos más recientes, incluyendo el descubrimiento de minerales como la siderita (carbonato de hierro) en ciertas capas, arrojan luz adicional sobre la historia climática de Marte. Esos minerales indican que en periodos individuales las condiciones en el lago fueron lo suficientemente estables como para que se formaran rocas carbonatadas, lo cual es otra pieza del rompecabezas sobre cómo Marte pasó de ser un mundo relativamente suave a un desierto frío, hoy mayormente inhóspito.
Curiosity también ha explorado rocas que conservan rastros de olas y pequeñas ondas en el fondo de antiguos lagos, lo que sugiere que parte de las superficies de agua marcianas estaba abierta y expuesta al viento, y no permanentemente congelada. Tales estructuras recuerdan a los bajos en la Tierra, donde el viento y las olas moldean patrones característicos en el fondo. Para los científicos, eso es una confirmación adicional de que en Marte hubo periodos con un clima relativamente suave y aguas líquidas duraderas.
Curiosity como explorador para futuros astronautas
Además de las investigaciones geológicas y climáticas, Curiosity tiene también la tarea de preparar el terreno para futuras misiones humanas. En el marco de esto se encuentra en él el instrumento RAD (Radiation Assessment Detector) que mide continuamente los niveles de radiación en la superficie de Marte. Esos datos se comparan con las mediciones durante el viaje entre la Tierra y Marte, lo que ayuda a estimar cuánto estarían expuestos los astronautas a la radiación espacial, cuánto tiempo podrían permanecer en la superficie y qué protección necesitarían.
Los resultados del RAD son importantes no solo para la preparación médica y de ingeniería de las misiones, sino también para la planificación de la infraestructura en Marte – desde posibles ubicaciones de bases hasta la forma en que se utilizarían refugios naturales como cuevas o rocas más grandes. En combinación con datos sobre temperaturas, presión y tormentas de polvo, Curiosity convierte así lentamente el cráter Gale en una especie de “polígono de pruebas” para futuras expediciones humanas.
Junto con el RAD, el rover tiene también instrumentos meteorológicos que siguen el viento, la temperatura y los cambios en la atmósfera. Una larga serie temporal de datos permite a los científicos comprender mejor los ciclos anuales marcianos, los cambios estacionales y fenómenos extremos como las tormentas de polvo que pueden abarcar todo el planeta. Todos esos elementos son directamente relevantes para el diseño de futuros asentamientos y la planificación de actividades en la superficie.
Un tándem espacial que cambia la visión del universo
La inclusión de Webb y Curiosity en el “Hall of Fame” de TIME es un recordatorio de que la exploración espacial no es un lujo, sino una inversión a largo plazo en conocimiento y tecnología. Webb nos muestra cómo se formaron las galaxias y las estrellas en las fases más tempranas del universo, pero también cómo se ven hoy las atmósferas de planetas fuera del Sistema Solar. Curiosity, por otro lado, reconstruye la historia de Marte capa por capa, buscando rastros de antiguos lagos, ríos y vida potencial.
Juntos, estos dos proyectos crean un puente entre las escalas cósmicas y preguntas muy concretas. Mientras que Webb, mirando profundamente en el pasado del universo, ayuda a los científicos a comprender cómo surgen los planetas y las condiciones para la vida, Curiosity proporciona una visión realista de cómo se vería un mundo que tal vez fue alguna vez similar a la Tierra, y luego cambió dramáticamente. La comparación de esos dos extremos del espectro – el universo temprano y un planeta vecino – es clave para comprender cuán única es realmente la Tierra.
El reconocimiento de TIME no es por tanto solo una placa simbólica, sino una confirmación de que Webb y Curiosity son ya parte de una historia cultural más amplia sobre la curiosidad humana. Sus fotografías – nebulosas, galaxias y “selfies” desde Marte – recorren las redes sociales, entran en los libros de texto escolares e inspiran a nuevas generaciones de alumnos y estudiantes a volverse hacia la ciencia, la tecnología y la ingeniería. En un tiempo en que el ruido informativo y las tendencias efímeras son la cotidianidad, tales proyectos recuerdan el valor de las investigaciones pacientes y a largo plazo.
En la práctica, Webb y Curiosity son solo el comienzo de una ola más amplia. En órbita y en camino hay nuevas misiones que explorarán la Luna, asteroides, lunas heladas de planetas exteriores y exoplanetas adicionales. Pero son precisamente estos dos “veteranos” los que han mostrado cómo la unión de ingeniería de primera clase, cooperación internacional y valiente visión científica puede crear inventos que merecen un lugar no solo en las revistas científicas, sino también en una especie de salón de la fama de la tecnología moderna.
Para la NASA, pero también para la comunidad científica más amplia, el reconocimiento de TIME es una oportunidad para recordar cuánto son tales proyectos el resultado del trabajo de miles de personas – ingenieros, científicos, técnicos, administradores – que trabajan durante décadas en ideas cuyos frutos tal vez nunca verán personalmente. Para el público, es a su vez un llamado a continuar invirtiendo en investigaciones que no traen un beneficio comercial inmediato, pero a largo plazo cambian la forma en que miramos el mundo y a nosotros mismos.
El telescopio James Webb y el rover Curiosity pueden estar alejados millones de kilómetros de nosotros, pero sus resultados están muy presentes en la Tierra – en trabajos científicos, innovaciones tecnológicas, pero también en cada niño que, mirando sus imágenes, siente por primera vez que el universo es algo más que un concepto abstracto de libro de texto. Precisamente por eso su lugar en el “Best Inventions Hall of Fame” de TIME actúa como un paso lógico, casi inevitable, en la historia de los mayores inventos de nuestra época.
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