Los ministros de los Estados miembros, asociados y cooperantes de la Agencia Espacial Europea (ESA) se reunieron el 26 y 27 de noviembre de 2025 en Bremen para el Consejo Ministerial CM25, uno de los foros políticos más importantes para el futuro de las actividades espaciales europeas. El foco estuvo en la implementación de la Estrategia 2040 – un plan a largo plazo con el que la ESA desea asegurar que el espacio siga siendo una herramienta para la seguridad, el crecimiento económico y la soberanía tecnológica de la Unión Europea. Entre las decisiones clave destaca un paquete de inversiones en el transporte espacial europeo por valor de más de 4.400 millones de euros, con lo que se operacionalizan las decisiones de principio adoptadas ya en la reunión del Consejo de la ESA a nivel ministerial en noviembre de 2023 en Sevilla.
En los últimos años, Europa ha pasado por un período sin acceso pleno, estable e independiente al espacio – la finalización del programa Ariane 5, la interrupción de la cooperación con Rusia y la suspensión temporal del cohete Vega-C abrieron serias cuestiones sobre la seguridad del suministro de servicios de lanzamiento. El CM25 llega después de que Ariane 6 y Vega-C hayan restablecido su capacidad operativa, pero también en un momento en que los competidores privados de EE. UU. y otras partes del mundo están bajando agresivamente los precios y aumentando la frecuencia de lanzamientos. En este contexto, el mensaje político de los ministros en Bremen es muy claro: Europa debe mantener su propio sistema de acceso al espacio, autónomo y competitivo – y no solo por prestigio, sino por seguridad, economía, política climática y soberanía digital.
Un Consejo Ministerial que define el futuro espacial de Europa
El Consejo Ministerial de la ESA se reúne aproximadamente cada tres años para determinar la dirección estratégica de la Agencia y adoptar presupuestos plurianuales por líneas de programas. El CM25 es el primer consejo ministerial que se apoya directamente en la nueva Estrategia 2040, un documento en el que la ESA define cinco objetivos clave hasta mediados de siglo: desde la transformación climática y digital, pasando por la seguridad y defensa, hasta el fortalecimiento de la autonomía tecnológica e industrial de Europa. El transporte espacial – cohetes lanzadores, vehículos de reentrada e infraestructura asociada en la Tierra – es una de las áreas en las que esa estrategia se traduce más concretamente en programas operativos.
En Bremen, los Estados miembros, asociados y cooperantes confirmaron que desean continuar el modelo en el que la ESA coordina las inversiones públicas, mientras que la industria – desde las grandes empresas principales (prime) hasta las nuevas start-ups de lanzamiento privadas – asume un papel cada vez mayor en el desarrollo y la comercialización de servicios de lanzamiento. En la práctica, esto significa que la ESA, junto con la financiación por un importe superior a 4.400 millones de euros para el área de transporte espacial, redefine simultáneamente las relaciones con la industria: desde el modelo clásico de "programa a medida" (firmemente definido por contratos de proyecto) hacia un enfoque más flexible y orientado comercialmente, en el que la Agencia se convierte en un "cliente institucional" entre otros.
Los ministros confirmaron así tres grandes pilares de la política de transporte espacial: la preservación y modernización de los cohetes existentes Ariane 6 y Vega-C, la aceleración del desarrollo de una nueva generación de servicios de lanzamiento comerciales europeos a través del European Launcher Challenge, e inversiones en infraestructura – desde el puerto espacial europeo en la Guayana Francesa hasta el futuro centro espacial europeo en la isla azoriana de Santa María.
Acceso independiente al espacio: Ariane 6 y Vega-C como columna vertebral
El acceso independiente europeo al espacio se apoya hoy en la práctica en dos cohetes: el Ariane 6 de carga pesada y el más ligero Vega-C para cargas pequeñas y medianas. Después de que el Ariane 6 realizara su vuelo inaugural en julio de 2024, el cohete ejecutó con éxito también su primera misión comercial el 6 de marzo de 2025, llevando el satélite de observación militar francés CSO-3 a una órbita heliosincrónica. Con ello se abrió un nuevo capítulo del cohete pesado europeo que, según los planes, debería alcanzar para 2027 un ritmo de unos diez lanzamientos al año y asegurar una capacidad estable para misiones científicas, civiles y de seguridad desde Europa.
Vega-C, la sucesora del cohete original Vega, pasó por un período difícil tras un vuelo comercial fallido a finales de 2022. Después de una investigación detallada y la reconstrucción de componentes críticos de la segunda etapa, el cohete volvió al uso operativo el 5 de diciembre de 2024 con el lanzamiento del satélite Sentinel-1C en el marco del programa europeo de observación de la Tierra Copernicus. Con ese regreso, Europa vuelve a disponer de una gama completa de capacidades de lanzamiento – desde cohetes ligeros hasta pesados – que están totalmente bajo control europeo y se lanzan desde territorio espacial europeo.
Las decisiones tomadas en el CM25 aseguran que Ariane 6 y Vega-C recibirán financiación para el mantenimiento regular, la mejora de la fiabilidad, la optimización de costes y el aumento de la frecuencia anual de lanzamientos. Ambos cohetes recibirán también un fuerte impulso tecnológico a través de la introducción del nuevo motor P160C, mejoras en la logística de lanzamiento y la potencial incorporación de nuevas soluciones técnicas surgidas en los programas de investigación de la ESA.
Nuevo impulso: European Launcher Challenge
Uno de los instrumentos más ambiciosos con los que la ESA desea responder a la carrera global en servicios de lanzamiento comerciales es el programa de concurso European Launcher Challenge. Se trata de una especie de "aceleradora" para start-ups de lanzamiento europeas y nuevos operadores privados, diseñado para complementar, y no sustituir, a los cohetes existentes Ariane y Vega-C. Antes del CM25, la ESA seleccionó cinco proveedores europeos de servicios de lanzamiento que entraron en la lista corta; en el propio consejo, los miembros confirmaron que, tras una evaluación detallada, cada uno de esos proyectos podría recibir hasta 169 millones de euros de apoyo.
Esos fondos tienen un doble papel. Primero, permiten a las empresas seleccionadas acelerar la entrada en el mercado – desde la finalización del desarrollo de cohetes hasta el establecimiento de la producción en serie y lanzamientos comerciales. Segundo, aseguran que las instituciones europeas (ESA, Comisión Europea, agencias espaciales nacionales) tendrán una gama competitiva de opciones domésticas para lanzar sus satélites y misiones, en lugar de depender de cadenas de suministro fuera de Europa. A cambio, los operadores asumen la obligación de construir modelos de negocio sostenibles, abiertos tanto para usuarios institucionales como comerciales.
El European Launcher Challenge se integra así en la tendencia más amplia de "comercialización" del espacio en Europa: la ESA deja de ser exclusivamente una agencia de desarrollo y actúa cada vez más como cliente ancla de servicios, de manera similar a como la NASA en EE. UU. utiliza transportistas comerciales para el suministro y transporte de tripulaciones a estaciones orbitales. Para las empresas europeas es una oportunidad de entrar en un segmento de mercado en el que dominan jugadores estadounidenses y otros privados, mientras Europa retiene simultáneamente el control sobre una parte clave de la infraestructura crítica – el acceso al espacio.
Tecnologías para la próxima generación de cohetes
Además del apoyo a los cohetes operativos y a los nuevos proyectos de lanzamiento comerciales, el CM25 confirma también la continuación del programa estratégico Future Launchers Preparatory Programme (FLPP). Se trata de una "incubadora" tecnológica en la que la ESA, junto con socios industriales e instituciones de investigación, desarrolla y prueba tecnologías clave para la próxima generación de transporte espacial europeo.
Entre las prioridades del FLPP destacan:
- reutilizabilidad (reusability) – desarrollo de cohetes o partes de cohetes que se puedan recuperar, inspeccionar y reutilizar, con lo que se reducen significativamente los costes por lanzamiento;
- propulsión avanzada – introducción de nuevos motores con mezcla criogénica de oxígeno-metano que ofrece una relación empuje-coste más favorable y es adecuada para la reutilización;
- fabricación en el espacio – tecnologías de impresión 3D y montaje en microgravedad destinadas a permitir la fabricación de piezas o estructuras enteras fuera de la Tierra;
- repostaje en órbita y logística espacial – desarrollo de tanques de combustible, "nodos logísticos" e interfaces estandarizadas para la futura infraestructura orbital;
- digitalización y automatización – uso de simulaciones avanzadas, gemelos digitales y sistemas de control automatizados para acortar el tiempo de preparación de misiones y aumentar la seguridad.
Un lugar especial en esta cartera lo ocupa el nuevo motor P160C. Se trata de un potente motor cohete de combustible sólido que, a partir de mediados de esta década, sustituirá al actual P120C en las versiones de Ariane 6 y Vega-C. El P160C es aproximadamente un metro más alto y lleva más combustible, lo que aumenta directamente la capacidad de carga de los cohetes y permite competitividad en el mercado de misiones satelitales cada vez más pesadas y complejas. El motor pasó en abril de 2025 una prueba estática de calificación clave en el Puerto Espacial Europeo en la Guayana Francesa, con lo que se confirmó como base de futuras actualizaciones de los sistemas de lanzamiento europeos.
Además de los motores de combustible sólido, la ESA invierte también en el desarrollo de nuevos motores de combustible líquido con oxígeno y metano, incluyendo el llamado High Thrust Engine, un motor criogénico de un empuje del orden de 60 toneladas, concebido como el núcleo de futuros cohetes pesados y potencialmente reutilizables. Los motores de LOX-metano son atractivos debido a la combinación de alto impulso específico, buen almacenamiento y compatibilidad con conceptos de reutilización – mezclas en las que se utiliza metano como combustible ya están siendo desarrolladas hoy por numerosos actores globales, y Europa a través de los programas de la ESA desea asegurar su propia base tecnológica en esa área.
Space Rider: el laboratorio espacial europeo que vuelve a casa
Uno de los programas más reconocibles que los ministros apoyaron a través de las decisiones en el CM25 es Space Rider – la primera nave espacial europea reutilizable que regresa a la Tierra. Space Rider es un laboratorio robótico no tripulado, de dimensiones aproximadamente como dos furgonetas, diseñado para ser llevado a la órbita por un cohete Vega-C. Tras el lanzamiento, la nave debería pasar unos dos meses en órbita terrestre baja, proporcionando un entorno estable y controlado para experimentos científicos, pruebas de nuevas tecnologías y misiones de usuarios comerciales.
El valor especial de Space Rider reside en su capacidad de retorno: tras finalizar la misión, la nave entra en la atmósfera, aterriza en una pista y puede ser preparada de nuevo para el siguiente vuelo. Con ello se abre la posibilidad de que empresas europeas, institutos de investigación y start-ups obtengan acceso a condiciones de laboratorio en el espacio más rápido y a menor precio de lo que era posible con las cápsulas clásicas de un solo uso. El programa está diseñado como un servicio "de extremo a extremo" (end-to-end): desde el lanzamiento, pasando por la estancia en órbita, hasta el retorno y análisis de muestras y hardware.
Según los planes actuales, el primer vuelo de Space Rider se espera para 2027, precisamente en el período al que se refiere el marco financiero confirmado en el CM25. Esto significa que las nuevas decisiones de los ministros están directamente ligadas a la finalización del desarrollo de la nave, la configuración de la misión y la construcción de la infraestructura necesaria en tierra – desde el centro de control y la pista de aterrizaje hasta los laboratorios para el procesamiento de cargas devueltas.
Guayana Francesa: modernización del puerto espacial europeo
El lugar central del ecosistema de lanzamiento europeo sigue siendo el Puerto Espacial de Europa en la Guayana Francesa. Desde Kourou despegan tanto Ariane 6 como Vega-C, y ahora allí se prueban también nuevos motores como el P160C. El CM25 confirma que los Estados miembros de la ESA consideran esta infraestructura tan estratégica como los propios cohetes – sin un complejo de lanzamiento fiable y seguro no existe acceso independiente al espacio.
En los próximos años se modernizará y ampliará en Kourou una serie de sistemas clave. Se planean inversiones en:
- infraestructura de propulsores, con énfasis en el aumento de la producción de hidrógeno "más verde" y un uso más eficiente de la energía;
- instalaciones para el procesamiento e integración de carga útil, para poder preparar simultáneamente múltiples misiones diferentes;
- estaciones de telemetría, centros de control y sistemas de vigilancia de vuelo, incluyendo ciberseguridad y protección contra interferencias;
- estaciones meteorológicas, servicios de bomberos y rescate que acompañan cada ciclo de lanzamiento;
- infraestructura logística – desde carreteras de acceso y almacenes hasta capacidades de alojamiento para equipos técnicos y socios.
La modernización no abarcará solo el área de lanzamiento inmediata, sino también una serie de instalaciones de prueba (incluyendo bancos para pruebas estáticas de motores) y edificios auxiliares. El objetivo es asegurar que el puerto espacial pueda seguir el aumento de la frecuencia de lanzamientos de Ariane 6 y Vega-C, pero también que esté listo para nuevos sistemas – incluyendo potenciales futuros cohetes reutilizables o nuevos actores del European Launcher Challenge.
Santa María en las Azores: futuro centro espacial europeo
Además de Kourou, las decisiones y eventos acompañantes en torno al CM25 han atraído adicionalmente la atención sobre la isla de Santa María en las Azores. Portugal y la ESA colaboran desde hace años en el desarrollo de capacidades espaciales en ese archipiélago atlántico, y Santa María es hogar de una importante estación terrestre de la ESA que sigue los lanzamientos desde la Guayana Francesa. En los últimos años, la agencia espacial portuguesa Portugal Space y sus socios han tomado una serie de pasos para convertir la isla en un "hub" central para el acceso y retorno del espacio.
Sobre la base de la cooperación hasta la fecha, durante un evento paralelo al CM25 se confirmó la ambición conjunta de la ESA y la parte portuguesa de desarrollar en Santa María un centro espacial de pleno derecho. En la práctica, esto incluye la construcción y equipamiento de infraestructura para el aterrizaje de Space Rider, pero también de un complejo más amplio con centro de control, laboratorios para el procesamiento de cargas devueltas y capacidades para la integración y prueba de naves espaciales más pequeñas.
Ya anteriormente se confirmó que precisamente Santa María será la pista de destino para el vuelo inaugural de Space Rider, planeado para 2027. El gobierno portugués y Portugal Space han otorgado mientras tanto también la primera licencia nacional para la operación de puerto espacial al consorcio Atlantic Spaceport Consortium, abriendo el camino para futuras actividades de lanzamiento suborbitales y, en perspectiva, orbitales desde la isla. En combinación con las inversiones de la ESA, esto posiciona a Santa María como un futuro centro espacial europeo en el Atlántico – un lugar desde el que se pueden seguir lanzamientos desde Kourou, aterrizar naves de retorno como Space Rider y potencialmente lanzar nuevas generaciones de cohetes más pequeños.
Para Portugal esta cooperación significa el afianzamiento del ecosistema espacial nacional, pero también la creación de nuevos empleos altamente cualificados en una región que hasta ahora se apoyaba principalmente en sectores tradicionales como el turismo y la pesca. Para la ESA y Europa en general, se trata de una inversión en infraestructura que aumenta la flexibilidad del sistema espacial – la posibilidad de que naves de retorno aterricen en territorio de la UE, en un entorno controlado, tiene también una clara dimensión estratégica.
Tres pilares de la nueva política de transporte espacial
Las decisiones y paquetes financieros confirmados en el CM25 pueden resumirse en tres entidades interconectadas. El primer pilar lo constituyen los cohetes operativos Ariane 6 y Vega-C: aseguran que Europa posea hoy un acceso independiente y fiable al espacio y que pueda lanzar todo – desde telescopios científicos y satélites de observación de la Tierra hasta sistemas de navegación y defensa. Su modernización mediante el motor P160C y otras mejoras es clave para que Europa siga siendo competitiva en comparación con los líderes globales encabezados por cohetes reutilizables.
El segundo pilar es el European Launcher Challenge y un paquete más amplio de apoyos a nuevos proveedores comerciales de servicios de lanzamiento. Aquí Europa busca una manera de combinar lo mejor de dos mundos: la estabilidad y fiabilidad de los cohetes tradicionales financiados por los estados, y la agilidad e innovación de las start-ups privadas. Si el concurso tiene éxito, Europa podría tener ya en la segunda mitad de la década una cartera de cohetes pequeños y medianos desarrollados en el sector privado, listos para asumir parte de la carga en el mercado de lanzamientos de satélites y microsatélites.
El tercer pilar lo constituye la infraestructura – tanto en la Guayana Francesa como en las Azores, pero también en la red de estaciones terrestres en todo el mundo. Las inversiones en el puerto espacial de Kourou aseguran que Europa esté lista para un mayor número de lanzamientos, nuevos tipos de cohetes y estándares ecológicos más estrictos. El desarrollo del centro espacial en Santa María crea un nuevo elemento de la "logística espacial" europea en el Atlántico, estrechamente ligado con Space Rider y futuros vehículos de retorno pequeños. Además, las estaciones terrestres existentes y los centros de telecomunicaciones, incluyendo aquellos con capacidad de seguimiento de lanzamientos, adquieren un papel cada vez mayor en la gestión segura y resiliente de misiones.
Cuando todo se suma, el CM25 en Bremen confirma que Europa no desea abandonar la ambición de ser un actor espacial global en igualdad de condiciones. En un mundo en el que el espacio se entrelaza cada vez más con la política climática, la soberanía digital, la defensa y la economía, las decisiones sobre el transporte espacial son mucho más que una cuestión técnica de elección de cohete – son decisiones sobre qué lugar desea ocupar Europa en el orden internacional para 2040 y más allá.
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