Las aguas de la costa de Australia Meridional, cerca de la ciudad de Adelaida, llevan meses mostrando una imagen inusual y preocupante. El mar ha adquirido un color amarillo verdoso, señal de una perturbación ecológica de enormes proporciones. Este fenómeno, observado por primera vez a mediados de marzo de 2025 en la zona de la península de Fleurieu, no es solo un problema estético, sino un indicador de una floración masiva de algas con graves consecuencias para todo el ecosistema marino. Se han detectado altas concentraciones de clorofila, un pigmento clave que indica la presencia de fitoplancton, a lo largo de toda la costa, y las imágenes por satélite revelan la magnitud de este fenómeno, que dura ya más de cinco meses con intensidad y localización variables.
El causante de la crisis ecológica: el alga Karenia mikimotoi
Los análisis científicos de muestras de agua han confirmado que el causante de este fenómeno es un dinoflagelado marino conocido con el nombre de Karenia mikimotoi. Se trata de un organismo unicelular que pertenece al grupo del fitoplancton, pero a diferencia de muchas otras algas, esta especie no tiene una pared celular de celulosa sólida, lo que la hace extremadamente sensible y frágil. Es precisamente esta fragilidad la que contribuye a su efecto dañino; cuando las células se rompen bajo la influencia de las olas u otros estresores mecánicos, liberan una serie de compuestos tóxicos directamente en la columna de agua. Estos compuestos, incluidas las toxinas hemolíticas, tienen un efecto devastador en la vida circundante. La floración de esta alga específica se ha registrado en todo el mundo, desde Japón hasta Irlanda, y casi siempre está asociada a mortandades masivas de organismos marinos, dejando tras de sí la desolación en los ecosistemas costeros.
Consecuencias nefastas para el mundo marino
Mientras que Karenia mikimotoi representa una amenaza relativamente menor para los seres humanos, para la vida marina es letal. El mayor peligro reside en su impacto directo sobre los peces. El alga produce compuestos que dañan el delicado tejido de las branquias de los peces, causando asfixia y, finalmente, la muerte. Las consecuencias son visibles a lo largo de toda la costa afectada, donde se han registrado mortandades masivas de peces y otros animales marinos. Ciudadanos y científicos han registrado miles de casos de animales muertos, incluyendo diversas especies de peces, moluscos y crustáceos. Las espumas que se forman en la superficie del mar durante la floración agravan aún más la situación, ya que pueden dañar el plumaje de las aves marinas, destruyendo su impermeabilidad y su capacidad para mantener la temperatura corporal, lo que también conduce a la muerte. La cadena alimentaria se ha visto gravemente alterada, y las consecuencias a largo plazo para las poblaciones de especies marinas locales aún están por evaluarse. Este evento no es solo una crisis momentánea, sino un golpe a la biodiversidad de la región con consecuencias potencialmente duraderas.
Advertencia también para los humanos
Aunque el alga Karenia mikimotoi no está clasificada como altamente tóxica para los humanos, su impacto no es despreciable. Las autoridades sanitarias han emitido advertencias para la población y los visitantes de las zonas costeras. La exposición al alga puede causar una serie de síntomas desagradables. El contacto con el agua donde florece el alga puede provocar irritación en la piel y los ojos, causando enrojecimiento, picor y sarpullidos. Un problema aún mayor es el aerosol, es decir, las diminutas partículas de agua y algas que el viento y las olas dispersan en el aire. La inhalación de dicho aire puede causar problemas respiratorios, como tos, dificultad para respirar y molestias en el pecho, incluso en personas que solo pasean por la costa. La ingestión de agua de mar, por su parte, puede provocar problemas digestivos. Las autoridades han aconsejado evitar el baño y las actividades recreativas en las playas con un cambio de color visible del mar y espuma. En algunos períodos, las playas más afectadas, como Waitpinga y Parsons Beach, se cerraron temporalmente al público para proteger la salud de las personas.
El principal culpable: una ola de calor marina récord
Los expertos del Gobierno de Australia Meridional señalan casi por unanimidad al principal impulsor de esta catástrofe ecológica: una prolongada ola de calor marina que afecta a las costas del sur de Australia desde septiembre de 2024. Al igual que las olas de calor en tierra, las olas de calor marinas son períodos de temperaturas del mar extremadamente altas que duran un tiempo prolongado. En este caso, las temperaturas del mar en la región fueron hasta 2,5 °C más altas que el promedio a largo plazo para esta época del año. Tales condiciones crean el entorno perfecto para la proliferación del alga Karenia mikimotoi. El agua más cálida, junto con condiciones meteorológicas tranquilas y la estratificación de la columna de agua, permite que el alga se reproduzca sin impedimentos, creando las densas acumulaciones que vemos como una floración. Este evento sirve como un dramático recordatorio de cómo el cambio climático y el calentamiento global afectan directamente a los ecosistemas marinos, creando las condiciones para eventos extremos cada vez más frecuentes e intensos como este.
El ojo en el cielo: el papel de la tecnología satelital
El ecosistema marino es un sistema extremadamente complejo y dinámico, y el seguimiento de fenómenos como las floraciones de algas desde la superficie puede ser muy difícil y limitado. Aquí es donde la tecnología moderna desempeña un papel clave, especialmente los satélites que orbitan a gran altura sobre la Tierra. En este caso, la misión Copernicus Sentinel-3 de la Agencia Espacial Europea proporciona datos de un valor incalculable. Equipado con un instrumento avanzado llamado Instrumento de Color de Océanos y Tierra (OLCI, por sus siglas en inglés), este satélite puede medir el color del océano con una precisión excepcional. Al analizar el espectro de la luz que se refleja en la superficie del mar, el OLCI puede detectar y cuantificar la concentración de clorofila-a, un pigmento directamente relacionado con la cantidad de algas en el agua. Los datos recopilados de esta manera permiten a los científicos y a las autoridades obtener una imagen más amplia, seguir el movimiento y la propagación de la floración en tiempo real y comprender mejor la dinámica de este complejo evento. El seguimiento por satélite se ha convertido en una herramienta indispensable en la gestión de situaciones de crisis y en la toma de decisiones informadas para la protección del medio ambiente y de las personas.
Golpe económico y respuesta de las autoridades
Además del daño ecológico, una floración de algas tan prolongada y extendida también causa un daño económico significativo a las comunidades locales que dependen del mar. La pesca y la acuicultura son las primeras en sufrir el golpe. Debido a la mortandad de peces y al riesgo de contaminación, los pescadores se enfrentan a una drástica caída de las capturas y los ingresos. Algunos se han visto obligados a suspender por completo sus actividades. Los operadores turísticos también están en riesgo, incluidas las empresas de alquiler de barcos, excursiones de buceo y escuelas de surf, ya que las advertencias sobre la calidad del agua y el cierre de las playas han disuadido a los visitantes. Reconociendo la gravedad de la situación, los gobiernos federal y estatal han puesto en marcha un paquete de ayuda conjunto por valor de 28 millones de dólares australianos. Estos fondos están destinados a proporcionar apoyo financiero directo a las empresas afectadas, incluyendo exenciones en el pago de las licencias de pesca, subvenciones para pequeñas empresas que puedan demostrar una caída en la facturación y otras formas de ayuda para superar la crisis y mitigar las consecuencias económicas.
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