Montañas que guardan agua: Pariacaca desde una perspectiva satelital
Tras la celebración del Día Internacional de las Montañas, el 11 de diciembre de 2025, la atención de los científicos y del público se dirige nuevamente hacia los frágiles ecosistemas montañosos de todo el mundo. Uno de ellos es la cordillera de Pariacaca en Perú, parte de los Andes centrales que la misión Copernicus Sentinel-2 observa desde el espacio. La última imagen en falso color, creada el 7 de diciembre, revela cómo el paisaje altoandino cambia bajo la influencia del clima, pero también cuán importante es para el abastecimiento de agua de millones de personas.
Pariacaca, conocida también como Cordillera de Huarochirí, se extiende a través de las regiones de Lima y Junín en el centro de Perú. Se trata de un segmento de la Cordillera Central, la cadena montañosa que forma la "columna vertebral" del país. El pico más alto, también llamado Pariacaca, se eleva a unos 5 750 metros sobre el nivel del mar y ha sido venerado durante siglos como un "apu" sagrado, un espíritu de la montaña en la cosmología andina. Hoy, ese mismo macizo es clave en un sentido completamente moderno: como reservorio natural de hielo y nieve que alimenta importantes sistemas fluviales.
La fotografía satelital tomada con el instrumento Multispectral Imager (MSI) en Sentinel-2 utiliza el canal del infrarrojo cercano para mostrar la vegetación en matices de rojo. De esta manera, los pastizales altoandinos, la vegetación arbustiva y los raros remanentes forestales se separan de las rocas desnudas, el hielo y las superficies de agua. En la visualización en falso color, las superficies rojas indican una cubierta vegetal viva, los matices más oscuros pertenecen a bolsillos forestales más densos, y los más claros, casi naranjas, indican pastizales y praderas que siguen los valles y las orillas de los lagos.
A pesar de la impresión de un color rojo intenso en la imagen, Pariacaca es en realidad un área predominantemente rocosa y árida. El clima se caracteriza por grandes oscilaciones diarias, largos periodos de sequía y precipitaciones relativamente modestas. La vegetación está, por tanto, adaptada a condiciones extremas: predominan los pastos de altura y arbustos resistentes, mientras que en las hondonadas más húmedas y junto a los lagos aparecen pastizales húmedos y complejos forestales menores. Las islas de color rojo oscuro en la imagen delatan la presencia de bosques de keñuala y otras especies de alta montaña que dependen de microlocalizaciones húmedas.
El motivo más llamativo en la imagen de Sentinel-2 son, sin embargo, las superficies blancas de nieve y hielo que cubren las partes más altas de la cresta. El pico Pariacaca y los picos vecinos forman un sistema de hielo relativamente compacto, cuyos glaciares, como el Nevado Pariacaca, descienden por las laderas hacia lagos glaciares más abajo en los valles. Estas masas de hielo pueden no parecer enormes en comparación con los glaciares himalayos o alpinos, pero para el centro de Perú juegan un papel decisivo: en la temporada seca, mediante el deshielo, aseguran un flujo estable de agua a los cursos fluviales que abastecen a Lima Metropolitana y a los valles agrícolas del interior.
La imagen satelital revela una serie de manchas oscuras y verdosas: son lagos, mayormente de origen glaciar. Los más altos, situados inmediatamente debajo de los campos de hielo, tienen un característico color esmeralda o turquesa. Tal matiz se produce debido a las diminutas partículas de material rocoso erosionado que los glaciares introducen en el agua. Estas partículas dispersan la luz y dan a los lagos un brillo único. Los lagos más bajos aparecen en matices más oscuros, casi negros, lo que refleja una mayor profundidad y una composición diferente del sedimento.
Pariacaca y los lagos circundantes son parte de un área protegida conocida como la Reserva Paisajística Nor Yauyos-Cochas. Esta vasta zona de reserva, declarada a principios del siglo XXI, protege los cursos superiores de los ríos Cañete y Cochas-Pachacayo, una rica flora y fauna de altura y un impresionante mosaico de cascadas, cañones y lagunas. Para las comunidades locales, pero también para los habitantes de la lejana Lima, es una "torre de agua" que recolecta el agua de las precipitaciones en forma de nieve, hielo, suelo saturado de humedad y acumulaciones naturales.
El concepto de montañas como "torres de agua" es particularmente pronunciado en el contexto andino. Durante la temporada de lluvias, los glaciares y el suelo almacenan enormes cantidades de agua, mientras que en los meses secos liberan gradualmente la nieve y el hielo derretidos a los ríos. De esta manera, se mitigan las oscilaciones extremas del caudal y se asegura un abastecimiento de agua relativamente uniforme para el riego, el abastecimiento de los hogares y la producción de energía en centrales hidroeléctricas. En el caso de Pariacaca, este ciclo es de vital importancia para el sistema Lima-Cañete y para las áreas agrícolas de la región de Junín.
A diferencia de las fotografías clásicas, Sentinel-2 permite un seguimiento cuantitativo de estos procesos. El instrumento multiespectral MSI recolecta datos en 13 canales espectrales de diferente resolución espacial, de 10 a 60 metros. Mediante la combinación de canales visibles, infrarrojo cercano e infrarrojo de onda corta, los científicos pueden distinguir con precisión la nieve, el hielo, el agua, la vegetación y el suelo desnudo y rastrear los cambios a lo largo del tiempo. En el caso de Pariacaca, las comparaciones de imágenes a través de décadas muestran claramente el retroceso de los glaciares y la expansión de laderas grises y desnudas allí donde antes había hielo.
Las investigaciones basadas en imágenes satelitales y aéreas de archivo confirman que en el macizo de Pariacaca, desde 1970 hasta finales de la década de 2010, se perdió más de la mitad de la superficie glaciar. El retroceso fue particularmente rápido durante las décadas de 1980 y 1990, cuando el aumento de la temperatura del aire aceleró el derretimiento de los glaciares tropicales. Aunque en tiempos más recientes la velocidad de retroceso se ha desacelerado parcialmente, la tendencia sigue siendo negativa: los límites superiores del hielo se han retirado hacia altitudes mayores, mientras que las laderas más bajas han quedado sin cubierta de nieve permanente.
En la imagen de Sentinel-2, este proceso deja literalmente una huella. Zonas antaño heladas ahora destacan como amplias superficies gris-marrones sin vegetación. Se trata de un área que solo gradualmente está siendo colonizada por especies vegetales pioneras. En comparación con los pastizales y arbustos coloreados de rojo, estas partes desnudas de la montaña actúan como cicatrices en el paisaje. Al mismo tiempo, los lagos glaciares recién formados y las expansiones de lagunas existentes atestiguan la conexión entre el derretimiento del hielo y el aumento del volumen de agua en las acumulaciones naturales.
La pérdida de glaciares tiene un doble efecto sobre los recursos hídricos. A corto plazo, el aumento del derretimiento puede incrementar brevemente el flujo de agua aguas abajo, lo que parece favorable. Sin embargo, a largo plazo, a medida que la masa glaciar disminuye, disminuye también su capacidad para el almacenamiento de agua. En algún momento, el sistema pasa a una fase en la que los ríos reciben menos agua durante la temporada seca que en el pasado. Los científicos llaman a esta transición "peak water": el momento en que el aporte anual de agua de los glaciares alcanza un pico y luego comienza a disminuir.
En Perú, este proceso ya es perceptible. Los análisis nacionales muestran que el país ha perdido más de la mitad de la superficie glaciar total en los últimos sesenta años aproximadamente, y algunos glaciares más pequeños han desaparecido por completo. Pariacaca puede no ser la cadena montañosa más conocida del estado –ese papel lo tienen la Cordillera Blanca y picos renombrados como el Huascarán–, pero los datos indican que aquí también se desarrolla el mismo escenario: fuerte retroceso del hielo, cambio del régimen hídrico y mayor riesgo de desastres naturales.
Una de las mayores amenazas son las inundaciones repentinas de lagos glaciares, conocidas como GLOF (glacial lake outburst flood). A medida que los glaciares se derriten, los lagos se expanden y sus presas naturales –diques morrénicos de roca suelta y hielo– se vuelven cada vez más inestables. Basta un terremoto menor, un deslizamiento o una avalancha de hielo para perturbar el equilibrio y desencadenar un torrente que puede precipitarse valle abajo, destruyendo puentes, carreteras, campos y asentamientos. Dado que en los valles debajo de Pariacaca viven comunidades que dependen de la agricultura y la ganadería, la prevención y el monitoreo de tales lagos tienen una importancia inmensa.
Los datos satelitales como los de la misión Sentinel-2 son cruciales para monitorear lagos potencialmente peligrosos. Utilizando tomas repetidas, es posible medir la expansión de la superficie del agua, rastrear cambios de color que indican la entrada de lodo y evaluar la estabilidad de las presas naturales en combinación con datos sobre la pendiente del terreno. En combinación con datos de radar y topográficos de otras misiones, se crea una imagen de riesgo bidimensional y tridimensional que luego sirve a las autoridades locales y agencias para la planificación de la protección.
La cadena montañosa de Pariacaca tiene también un rico significado cultural. Ya en tiempos preincaicos, la montaña era venerada como una deidad conectada con la lluvia, los manantiales y la fertilidad. Los incas la incluyeron en su red de lugares sagrados, y la antigua ruta procesional Qhapaq Ñan pasaba precisamente por estas crestas, conectando la costa con el interior. Hoy, a lo largo de los viejos senderos discurren rutas de trekking, y los visitantes pasan por pueblos donde aún se habla el idioma quechua y se cultivan campos en terrazas con papas, quinua y otros cultivos tradicionales.
En el encuadre de la imagen de Sentinel-2 se reconocen también huellas de la presencia humana: estrechos caminos de montaña, corrales de pastores dispersos, edificaciones ocasionales junto a las orillas de lagos y cascadas. Aunque el área parece casi deshabitada, se trata de un espacio de uso de la tierra intenso, pero de intensidad relativamente baja: ganadería, pequeña agricultura, pesca tradicional en lagunas de montaña y creciente turismo de montaña. Precisamente estas formas locales de uso del espacio dependen directamente de la estabilidad del ciclo del agua y de la salud del sistema glaciar.
La Reserva Paisajística Nor Yauyos-Cochas abarca un espectro de ecosistemas, desde valles húmedos hasta altos desiertos de montaña, e incluso áreas de nieve perpetua. En ella habitan cóndores, zorros, vicuñas, aves acuáticas y numerosas especies endémicas de plantas. La inclusión de Pariacaca en este marco protegido significa que actividades como la minería y la infraestructura incontrolada están más estrictamente reguladas. Sin embargo, ni siquiera el estatus de área protegida puede detener los procesos climáticos globales que aceleran el derretimiento de la nieve y el hielo.
El Día Internacional de las Montañas 2025 está dedicado al tema "Los glaciares importan para el agua, los alimentos y los medios de vida en las montañas y más allá". Ese eslogan resuena directamente en la historia de Pariacaca. Los glaciares en las montañas andinas alimentan no solo a las aldeas de altura, sino también a grandes ciudades de tierras bajas, valles agrícolas y sistemas hidroeléctricos a cientos de kilómetros aguas abajo. En zonas tropicales áridas, como la costa de Perú, el hielo y la nieve de montaña son a menudo la única fuente confiable de agua dulce.
Perú es, en este sentido, uno de los países que más siente las consecuencias del derretimiento de los glaciares tropicales. Las estimaciones científicas dicen que entre principios de la década de 1960 y hoy se ha perdido más del 50 % de la superficie glaciar nacional, mientras que algunos glaciares han desaparecido por completo. Este hecho tiene consecuencias de gran alcance no solo para el abastecimiento de agua, sino también para el riesgo de deslizamientos, erosión, cambios de zonas de vegetación y pérdida de biodiversidad. Pariacaca es, con su combinación de campos de hielo, lagos y valles empinados, un ejemplo concentrado de estas tendencias globales.
Precisamente por eso, misiones como Sentinel-2 se convierten en una herramienta indispensable en la gestión de áreas montañosas. A diferencia de las mediciones de campo tradicionales que requieren expediciones largas y logísticamente exigentes, los satélites permiten observaciones frecuentes, estandarizadas y espacialmente continuas. Esto significa que se puede monitorear no solo el estado de los glaciares, sino también los cambios de vegetación, la expansión de superficies agrícolas, la degradación de pastizales o las consecuencias de incendios. En la reserva Nor Yauyos-Cochas, tales datos ayudan al equilibrio entre la conservación de la naturaleza y las necesidades de las comunidades locales.
En la imagen de Sentinel-2 de Pariacaca es fácil notar también la conexión hidrológica de diferentes elementos del paisaje. Los campos blancos de nieve se desbordan en una red de arroyos que alimentan lagos azul oscuro y verdosos, de los cuales luego nacen los ríos Cañete y Cochas-Pachacayo. Estos ríos viajan luego cientos de kilómetros, descendiendo hacia la costa del Pacífico o uniéndose al inmenso sistema fluvial del Amazonas. En ese sentido, cada copo de nieve que cae sobre la cresta de Pariacaca finalmente se convierte en parte de un mosaico hidrológico mucho más grande que conecta montañas, tierras bajas y océanos.
Pariacaca es también un destino cada vez más buscado por montañistas y amantes de la naturaleza que llegan desde Lima y otras ciudades peruanas en busca de silencio y vistas infinitas. Las rutas de trekking conducen a lo largo de antiguos senderos incas, a través de pasos por encima de los 4 500 metros y junto a lagos en los que se reflejan las cúpulas de hielo de los picos. Pero una visita a esa área implica también enfrentarse a la realidad del cambio climático: muchos guías locales atestiguan que la línea de nieve "escapa" cada año más arriba, y ciertas rutas que antes conducían por hielo hoy pasan por piedra desnuda.
En el contexto del Día Internacional de las Montañas, la mirada de la misión Sentinel-2 a la cordillera de Pariacaca recuerda cuán magníficas y vulnerables son las montañas simultáneamente. Ellas almacenan al mismo tiempo agua para los meses futuros, alimentan ríos, sostienen la agricultura, protegen la biodiversidad y portan significados culturales profundamente arraigados. Pero precisamente esos mismos ecosistemas están entre los primeros en ser golpeados por el cambio climático. El monitoreo desde el espacio, combinado con el conocimiento local y medidas de adaptación, es decisivo para asegurar que la nieve y el hielo de Pariacaca continúen alimentando manantiales, lagos y ríos para el bienestar de las comunidades que dependen de ellos.
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