En China, por primera vez en la historia de la medicina, un hígado de cerdo genéticamente modificado fue trasplantado con éxito a un ser humano vivo y, al mismo tiempo, asumió funciones orgánicas clave durante casi seis meses. Se trata de un xenotrasplante auxiliar de hígado, un procedimiento en el que el órgano porcino no reemplaza completamente al hígado humano, sino que lo complementa, y el resultado de esta intervención pionera fue descrito detalladamente en un estudio profesional publicado en la prestigiosa revista Journal of Hepatology. Este caso ya está siendo calificado como un punto de inflexión en la hepatología de trasplantes y un paso importante hacia una nueva generación de soluciones para la crisis global de escasez de órganos.
El trasfondo de esta historia radica en estadísticas persistentes: en todo el mundo, decenas de miles de personas reciben un nuevo hígado anualmente, pero cientos de miles se quedan sin un trasplante que potencialmente podría salvarles la vida. En China, se estiman cientos de miles de casos de insuficiencia hepática grave cada año, mientras que en 2022 se realizaron solo alrededor de 6000 trasplantes de hígado de donantes humanos. En el orden global, el hígado representa solo una parte de los aproximadamente 157 mil órganos sólidos trasplantados anualmente, y el número de candidatos para trasplante es mucho mayor. Precisamente por eso, el concepto de utilizar órganos de cerdo genéticamente modificados como "almacén de reserva" para pacientes humanos está ganando cada vez más peso.
Paciente cuya vida fue prolongada por un hígado de cerdo durante 171 días
En el centro del estudio publicado se encuentra un hombre de 71 años con hepatitis B, cirrosis hepática y carcinoma hepatocelular (CHC). Debido a la combinación de enfermedad crónica avanzada y tumor, no era candidato para una resección hepática clásica ni cumplía con los criterios para un trasplante de hígado humano. En otras palabras, según los protocolos vigentes y los órganos humanos disponibles, las posibilidades terapéuticas en su caso se estaban acercando a su fin.
Por lo tanto, el equipo de investigación del Primer Hospital Afiliado de la Universidad de Anhui decidió aplicar un enfoque experimental: un hígado de cerdo genéticamente modificado fue implantado quirúrgicamente como un órgano auxiliar, manteniendo el propio hígado del paciente. Este concepto de trasplante auxiliar de hígado ya se había aplicado anteriormente con órganos humanos, por ejemplo en la insuficiencia hepática aguda, pero nunca antes con un xenoinjerto, es decir, un órgano de otra especie. El hígado de cerdo fue conectado a los principales vasos sanguíneos, asegurando el flujo sanguíneo y la posibilidad de asumir parte de la carga metabólica y sintética.
El objetivo no era el reemplazo permanente del órgano, sino la prueba de que un hígado de cerdo altamente modificado puede funcionar de manera estable en el organismo humano el tiempo suficiente para reducir la carga de la enfermedad, sacar al paciente de la fase de peligro agudo y proporcionar tiempo para posibles pasos terapéuticos adicionales. En este sentido, se trata de un concepto de "puente", un dispositivo biológico que salva el período en el que el organismo humano está más amenazado.
Diez modificaciones genéticas: desde la eliminación de antígenos porcinos hasta la incorporación de genes humanos
El hígado trasplantado provenía de un mini-cerdo Diannan criado especialmente, desarrollado en colaboración con un equipo de la Universidad Agrícola de la provincia de Yunnan. El animal donante se sometió a una exhaustiva detección de patógenos, y el órgano se creó mediante la aplicación de múltiples modificaciones genéticas. Los investigadores llevaron a cabo un total de diez cambios clave: tres genes porcinos responsables de crear los llamados antígenos xenogénicos (moléculas en la superficie celular que el sistema inmunitario humano reconoce como altamente extrañas) fueron "silenciados", mientras que se insertaron siete genes humanos para mejorar la compatibilidad inmunológica y de coagulación.
Entre los genes que se desactivaron se encuentran aquellos responsables de crear estructuras de azúcar específicas en la superficie de las células porcinas, que en humanos provocan una reacción de rechazo fulminante, la llamada hiperaguda. El objetivo era prevenir lo que alguna vez fue la principal razón del rápido fracaso del xenoinjerto: un ataque inmunológico inmediato tan pronto como el órgano entrara en contacto con la sangre humana. Al mismo tiempo, se insertaron genes para proteínas reguladoras del complemento humano (por ejemplo, CD46, CD55, CD59), que amortiguan la respuesta exagerada del sistema inmunitario, y genes para moléculas involucradas en el ajuste fino de la coagulación sanguínea y la interacción del endotelio con el sistema inmunitario (EPCR, CD47 y otros).
En la práctica, tal combinación de un perfil genéticamente modificado crea un órgano que, desde un punto de vista inmunológico, se comporta menos "porcino" y más "neutral" en relación con el organismo humano. Los investigadores diseñaron el hígado para reducir simultáneamente el riesgo de rechazo y evitar trastornos de coagulación incontrolados, que anteriormente fueron uno de los problemas más graves en modelos preclínicos de trasplante de hígado de cerdo a humano.
El primer mes: función normal del órgano sin signos de rechazo agudo
Después de la operación, el equipo monitoreó de cerca al paciente a través de parámetros de laboratorio, cuadro clínico y exámenes de imagen. En los primeros 31 días, no se registró reacción de rechazo hiperaguda ni aguda clásica. La función renal se mantuvo estable y los parámetros hepáticos, como los niveles de bilirrubina, enzimas y factores de coagulación, sugirieron que el hígado de cerdo realmente estaba asumiendo y realizando una parte significativa de la carga metabólica.
Uno de los indicadores clave de la función hepática es la producción de bilis. En este paciente, el hígado de cerdo secretó bilis continuamente, y se pudieron medir en sangre las concentraciones de moléculas proteicas que produce el órgano, como ciertos factores de coagulación. Clínicamente, esto significaba que el xenoinjerto no era solo un "accesorio" pasivo, sino un órgano funcional que participaba activamente en la regulación del metabolismo y la hemostasia.
Al mismo tiempo, el paciente recibió una terapia inmunosupresora fuerte, pero combinada de manera específica, para suprimir el posible ataque de linfocitos T y anticuerpos al órgano extraño. El régimen fue diseñado para mantener un equilibrio aceptable entre la prevención del rechazo y la minimización del riesgo de infecciones, que siempre son una amenaza grave en procedimientos de trasplante tan radicales.
Trampa peligrosa: microangiopatía trombótica y extracción del hígado de cerdo
Aunque la primera fase después del procedimiento parecía alentadora, pronto aparecieron señales de que el sistema de coagulación era extremadamente sensible. Los hallazgos de laboratorio mostraron valores elevados de dímero D y productos de degradación de fibrina, lo que indicaba coagulación activada y fibrinólisis aumentada. El equipo clínico inicialmente logró controlar esto con terapia anticoagulante, pero la condición se volvió cada vez más compleja con el tiempo.
Alrededor de la quinta semana después de la operación, se desarrolló un cuadro claro de microangiopatía trombótica asociada al xenotrasplante (xTMA). Se trata de un trastorno en el que se forman microtrombos a nivel de los vasos sanguíneos pequeños, junto con daño mecánico a las células sanguíneas, consumo de plaquetas y riesgo de insuficiencia multiorgánica. En este paciente, los médicos evaluaron que la retención adicional del hígado de cerdo era demasiado arriesgada y el xenoinjerto fue extraído quirúrgicamente el día 38.
Después de la extracción del órgano, se introdujo la terapia con eculizumab, un fármaco biológico que bloquea el complemento y se utiliza a menudo precisamente para formas graves de microangiopatías trombóticas. En combinación con intercambios de plasma (plasmaféresis), el tratamiento condujo a la resolución de la xTMA y los parámetros de coagulación y hemólisis mejoraron gradualmente. Esto confirmó que el problema estaba relacionado principalmente con la interacción entre el hígado de cerdo y el sistema inmunitario humano, y no con un daño generalizado irreversible.
Vida después de la extracción del xenoinjerto y resultado trágico
Aunque el hígado de cerdo fue extraído relativamente pronto, su período de función activa proporcionó varias semanas cruciales durante las cuales el paciente estuvo metabólicamente estable. Después de la extracción del órgano, el equipo continuó tratándolo según los protocolos oncológicos y hepatológicos estándar, pero su enfermedad subyacente siguió siendo extremadamente grave. La combinación de cirrosis, tumor y la terapia de trasplante agresiva previa debilitó significativamente las reservas del organismo.
El paciente finalmente falleció el día 171 después del trasplante debido a episodios repetidos de sangrado fuerte del tracto digestivo superior. En pacientes con cirrosis e hipertensión portal, tales sangrados, especialmente de várices esofágicas y gástricas, lamentablemente no son raros y a menudo conllevan una alta mortalidad. En este caso, el hígado de cerdo, a pesar de todo, jugó un papel importante en la prolongación de la vida y proporcionó una visión extremadamente valiosa de los límites y posibilidades del xenotrasplante.
Los autores enfatizan que el resultado no fue inesperado en ningún momento en términos del pronóstico global: el paciente tenía múltiples factores de alto riesgo y se habría enfrentado a una supervivencia muy limitada sin ningún trasplante. Pero el hecho de que el hígado de cerdo genéticamente modificado funcionara en su cuerpo durante casi un mes y medio, y prolongara su vida por un total de casi medio año, demuestra que el concepto de xenoinjerto auxiliar puede ser clínicamente factible.
Cómo encaja este caso en la historia más amplia del xenotrasplante
El interés mundial en el xenotrasplante ha aumentado drásticamente en los últimos años. Después de una serie de trasplantes exitosos de riñones y corazones de cerdo genéticamente modificados, el foco de la investigación se está desplazando cada vez más hacia el hígado, un órgano que realiza docenas de funciones diferentes y cuya insuficiencia conduce muy rápidamente a un resultado fatal. A diferencia de los pacientes renales, que pueden salvar el período hasta el trasplante con diálisis, los pacientes con insuficiencia hepática aguda o aguda sobre crónica a menudo no tienen una tecnología de "reemplazo" sostenible a largo plazo.
En la primavera de 2025, se publicó en la revista Nature la primera descripción del trasplante de hígado de cerdo genéticamente modificado en un receptor con muerte cerebral. En ese caso, el órgano funcionó durante unos diez días, produciendo bilis y proteínas hepáticas, sin signos de rechazo hiperagudo. Aunque se trataba de un experimento en un paciente que ya había fallecido según criterios neurológicos, el estudio demostró que un hígado de cerdo puede mantener funciones básicas en el cuerpo humano en tiempo real, y no solo en modelos de laboratorio.
El nuevo caso publicado en el Journal of Hepatology va un paso más allá: es el primer ejemplo documentado en el que un hígado de cerdo fue implantado en un paciente vivo, que posteriormente continuó funcionando diariamente, comiendo, comunicándose con la familia y pasando por la rehabilitación postoperatoria estándar. Es precisamente esta transición, de donantes con muerte cerebral a receptores vivos, la que marca el comienzo de una nueva fase de investigación, donde la pregunta clave ya no se reduce solo a "puede funcionar el órgano", sino también a "cómo afectará su trabajo al ser humano a largo plazo".
Potencial para pacientes con insuficiencia hepática aguda y carcinoma no resecable
Los autores del estudio, así como los editores de la revista en el comentario editorial adjunto, ven el mayor potencial precisamente en los llamados escenarios de "puente" (bridging). Estas son situaciones en las que un paciente tiene un deterioro repentino de la función hepática, por ejemplo debido a hepatitis aguda, empeoramiento de la cirrosis existente o un tumor agresivo, y un órgano humano no está disponible de inmediato o el paciente en ese momento no cumple con los criterios estrictos para el trasplante.
En tales casos, un hígado de cerdo genéticamente modificado podría, al menos teóricamente, asumir temporalmente parte de la función, reducir la carga tóxica en el organismo y "comprar" varias semanas o meses. Durante este período, el paciente podría ser estabilizado, se podrían realizar tratamientos oncológicos o hepatológicos adicionales y tal vez incluso llevarlo a un estado en el que se convertiría en candidato para un trasplante de hígado humano. Un principio similar ya se ha visto en los xenotrasplantes de riñones de cerdo, donde los órganos a veces sirven como solución transitoria hasta el trasplante del donante.
Otra aplicación potencial se refiere a pacientes con tumores hepáticos grandes que inicialmente no se pueden extirpar quirúrgicamente. Si un órgano auxiliar de cerdo asumiera la mayor parte de la función, los cirujanos tendrían mayor libertad en resecciones más agresivas del hígado primario, e incluso en combinación con métodos oncológicos locales como la ablación, la quimioembolización transarterial o la radioterapia dirigida. Sin embargo, tales escenarios siguen siendo hipotéticos por ahora y requieren pruebas rigurosas antes de cualquier aplicación más amplia.
Dilemas éticos, de seguridad y regulatorios
Incluso con resultados técnicos impresionantes, el xenotrasplante sigue siendo un campo cargado de una serie de preguntas abiertas. Una de las más mencionadas es el riesgo de transferir virus porcinos ocultos, incluidos los retrovirus endógenos, a la población humana. Aunque los animales donantes se someten a un cribado exhaustivo y las cepas de cerdos modernas editadas genéticamente están diseñadas adicionalmente para reducir este riesgo, los organismos reguladores requerirán un seguimiento a largo plazo y protocolos estrictos antes de permitir la aplicación rutinaria de tales órganos.
Otra pregunta es la inmunosupresión a largo plazo. Es probable que los pacientes con órganos de cerdo tuvieran que recibir combinaciones de medicamentos más complejas e intensivas que los pacientes trasplantados clásicos, lo que aumenta la vulnerabilidad a las infecciones y las enfermedades malignas. En este caso específico, el paciente ya estaba gravemente comprometido oncológica y hepatológicamente, por lo que es difícil separar hasta qué punto el resultado tardío es consecuencia del propio xenotrasplante y hasta qué punto se debe a la enfermedad subyacente y la carga terapéutica total.
También existe la dimensión ética de la selección de candidatos: ¿quién debería recibir un órgano de cerdo, aquellos para quienes el trasplante clásico no está disponible o precisamente los candidatos más prometedores? Si resulta que los órganos de cerdo pueden funcionar a largo plazo, ¿surgirá la presión para ofrecerlos como una opción estándar, quizás incluso antes de agotar todas las posibilidades de donación humana? Por ahora no hay respuestas sencillas a estas preguntas, y el desarrollo futuro dependerá de una combinación de datos médicos, consenso social y marcos regulatorios.
Lo que sigue: de casos individuales a ensayos clínicos
Actualmente, la comunidad médica se encuentra en una fase de transición: estudios de casos individuales y pequeñas series de procedimientos muestran que el trasplante de órganos de cerdo a humano es técnicamente factible, pero aún lejos de la práctica rutinaria. Los autores del artículo en el Journal of Hepatology enfatizan que su objetivo principal era recopilar datos sobre la función hepática a corto plazo, las interacciones inmunitarias y las complicaciones como la xTMA, y no demostrar una solución perfecta a largo plazo.
Los próximos pasos incluyen la aclaración más precisa de los mecanismos que conducen a la microangiopatía trombótica y otras complicaciones, la optimización de las combinaciones de modificaciones genéticas en los cerdos donantes y el ajuste fino de los protocolos de inmunosupresión y anticoagulación. Es probable que también sea necesario realizar pruebas adicionales en modelos animales antes de que los organismos reguladores aprueben un mayor número de procedimientos clínicos en humanos.
Paralelamente, los registros globales de trasplantes y las sociedades profesionales están monitoreando de cerca el desarrollo del xenotrasplante para definir a tiempo los estándares de monitoreo, presentación de informes y consentimiento informado. Dado que el número de trasplantes de órganos sólidos crece continuamente en el mundo, pero la demanda supera la oferta aún más rápido, la presión para desarrollar fuentes alternativas de órganos será cada vez mayor. El caso del paciente de 71 años de China con un hígado de cerdo genéticamente modificado es, por lo tanto, menos un "experimento exótico" y más una mirada temprana al futuro potencial de la medicina de trasplantes.